viernes, 11 de febrero de 2011

EL GRITO DE CARACOL

Aterrados los periodistas de Caracol Radio cuando la Contralora General dijo que el costo de las pensiones era de 24 billones de pesos, como si eso no fuera la razón de ser del Estado; pero se quedaron callados cuando la semana pasada dijo la prensa bogotana que este años se destinarán más de 17 billones para pagar los ingresos y utilidades de los especuladores internacionales del dinero y agiotistas del mundo.

Desde el siglo 17 que se creó el Estado Moderno, una de las funciones que se le encomendó fue la de administrar lo público para lo cual se estableció el mecanismo de los impuestos, como instrumento para financiar la prestación de dicho servicio. Entre todo lo público, uno de los más públicos es la vejez, por cuanto es de interés general ya que nos compete a todos, si es que el señor Arismendi también se va a envejecer. La constitución política reza que lo público es lo que nos compete a todos y por ello es de interés general. En cambio nunca se dijo que era papel del Estado convertirse en el marrano que les brinda ingresos y ganancias a los capitalistas rentistas.

Ahora han armado tremendo escándalo por la carga fiscal de las pensiones, como si eso no fuera una de las funciones naturales del Estado. Los colombianos pagamos aproximadamente 75 billones en impuestos, precisamente para que se utilicen en financiar lo público como en este caso el sostenimiento de los viejos; pero si de estos ingresos el 23 % se utiliza para pagar los intereses asegurándoles el negocio a los parásitos sociales de la especulación monetaria, y eso sin contar con los abonos al capital, pues lógicamente el cumplimiento de los fines esenciales del Estado se convierte en una carga.

El problema no son las pensiones. El problema es la estructura de financiamiento del Estado que desde la consolidación del Capitalismo Rentista, se agarró del Estado como medio de sostenimiento del sistema. La política fiscal se ha reducido a pagar cumplido el servicio de la deuda y a sostener las finanzas públicas abriendo un hueco más grande para tapar el hueco anterior, mediante la colocación de papeles en el mercado de capitales para pagar los colocados en años anteriores, creándose con ello un déficit estructural creciente que no tiene cuando acabar.

Que no se aterre el seño Arismendi y los periodistas de Caracol, cuando el Estado asigna recursos para cumplir su función natural. Que se aterre cuando el modelo se sature y se produzca la explosión social como se avecina en Grecia, Portugal y los demás países de la Europa Oriental.

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