martes, 6 de octubre de 2020

NECESARIO CIERRE DE LA ECONOMÍA

A mediados del siglo pasado, Colombia adoptó el modelo de desarrollo industrial recomendado por la CEPAL para toda América Latina, el cual exigía un enfoque de economía cerrada para fines de proteger las unidades económicas que se instalaran dentro del país, las cuales eran principalmente, plantas industriales subsidiarias de empresas multinacionales. El modelo duró hasta 1980 y a partir de ahí, con la consolidación del Capitalismo Rentista y otros patrones de ordenamiento económico, llegó la transición y en febrero de 1990, Virgilio Barco decretó la apertura económica, para acomodar el país a las condiciones de la globalización mundial. Desde entonces viene la economía abierta y con ello el desangre total del aparato productivo nacional por la fuga del Excedente Económico, con su consecuencial efecto en el desempleo y el sometimiento de la economía nacional a la dependencia del sector externo con sus letales consecuencias en la balanza de pagos y el empobrecimiento secular generalizado. 

Pero ahora, para la pospandemia, es decir a partir de 2021, las condiciones son diferentes y se tendrá que pensar en un modelo distinto, que garantice la auto-sostenibilidad mediante procesos endógenos, en el que nuevamente se tendrá que considerar el cierre de la economía, por lo menos relativo, y la protección del aparato productivo nacional, el cual no será conformado mayoritariamente por subsidiarias de empresas extranjeras, sino constituido principalmente por empresas colombianas construidas a partir del aprovechamiento de los recursos de nuestro patrimonio natural. Caso contrario, apague y vámonos, porque sino, la crisis económica será total con efectos sociales altamente peligrosos.

El problema está ahora, es en la forma de hacerlo. Cuáles son las medidas de política que se deben aplicar, pero sobretodo, en la viabilidad real de estas políticas porque existen varios impedimentos y obstáculos, como son: una clase dirigente entreguista y vende patria, como se puede ver en los textos de los TLC donde a Colombia le aplicaron la ley del embudo; porque el país se sometió a las reglas de la OMC que impiden las medidas proteccionistas; por el dominio que ejerce el capital extranjero sobre las elites de poder que administra el Estado colombiano; por la debilidad empresarial del aparato productivo nacional; porque el fortalecimiento empresarial requiere liderazgo y no se vislumbra este factor en la clase empresarial colombiana; porque la competitividad interna es débil frente a las empresas extranjeras; porque el país no dispone de tecnología propia en las ramas de alta demanda en el mercado mundial; porque los recursos naturales están sometidos a la explotación inmisericorde de las multinacionales y el campo totalmente abandonado y en un ambiente de violencia;  porque el aparato universitario que forma el capital humano y la tecnología, anda en otro cuento derivado de la Ley 30 de 1993; y para completar el decálogo y no seguir citando restricciones y barreras, porque la idiosincrasia colombiana o cultura que llaman, le rinde pleitesía a las mercancías extranjeras y desprecian los productos nacionales, lo que configura, tal vez, el más grave de los factores que crean la dificultad para el fortalecimiento de la producción nacional y los procesos endógenos. La mentalidad de los colombianos es extranjerizante y en el mercado desprecia los valores autóctonos.

Así las cosas, el reto es gigantesco pero obligatorio; pues además de que el país no tendrá las suficientes divisas para importar y el capital extranjero disminuirá su llegada al país, la subutilización de los recursos nacionales, donde el desempleo de la mano de obra es relevante, conlleva una crisis social con efectos políticos impredecibles y condiciones de vida que lesionan la dignidad humana. De modo que el Congreso de la República tiene la responsabilidad de expedir las leyes pertinentes para permitir las medidas de política y debe dejar de estar vendiendo el voto para expedir leyes que benefician intereses particulares; pues de otra manera, sin las leyes apropiadas, no se podrá contar para la reactivación económica y la reconstrucción social de la pospandemia, con el necesario cierre de la economía. 

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