martes, 13 de octubre de 2020

CONFRONTACIÓN CAPITALISMO-SOCIALISMO

En Colombia, nadie, ningún caudillo ni movimiento político significativo, está proponiendo la implantación del socialismo en este país; ni siquiera el Partido Farc que durante medio siglo lucho dizque para cambiar el sistema vigente. Pero los defensores del actual establecimiento, quienes están sacando tajada del régimen actual, sin considerar el daño que el modelo neoliberal de la globalización hace al conjunto total de la sociedad colombiana, utilizan este argumento para atacar a quienes están en su contra, aprovechando el desprestigio internacional que el socialismo tiene y su falta de vigencia histórica; utilizan publicidad engañosa, sarcasmos, mentiras y todo tipo de mecanismos que distorsionan la realidad, con el propósito de restarle corriente electoral a sus opositores con el único fin de mantenerse en el poder. 

Lo cierto es que el capitalismo y el socialismo son sistemas, conformados por los tres componentes de producción-distribución-consumo y por lo tanto su característica básica es que no son estáticos sino dinámicos, por lo cual cuentan, como todo sistema, con un mecanismo interior que garantice el dinamismo y por supuesto el movimiento, de tal manera que es ahí, en el mecanismo que hace funcionar el sistema, donde se encuentra la diferencia entre el sistema capitalista y el sistema socialista. 

El mecanismo que hace funcionar el capitalismo es el mercado, o sea el juego de la oferta y la demanda y como tal, las decisiones sobre: qué se produce, cuánto se produce, cómo se produce y para quién se produce, las toma el mercado para lo cual se utiliza el argumento de la rentabilidad. El mercado es la autoridad económica. Mientras que en el socialismo el mecanismo que hace funcionar el sistema es la planeación y las decisiones sobre las variables de la economía las toma el Estado a través de su oficina central del plan, con enfoque centralista e imperativo. En el capitalismo las unidades económicas y los agentes de la economía toman las decisiones dependiendo de las condiciones del mercado y la rentabilidad que este produce, para lo cual intervienen los gerentes que imprimen el dinamismo y la iniciativa que conduce al crecimiento y los cambios cualitativos; en el socialismo las unidades económicas deben hacer lo que ordena el plan, para lo cual tienen directores burocratizados sin iniciativa ni dinamismo y los propietarios de los medios de producción tienen que someterse a realizar lo que el plan ordena o de lo contrario los medios serán nacionalizados; claro, si se someten al plan, pueden conservar la propiedad privada del medio de producción. 

Por supuesto, el dinamismo y el impulso que generan los gerentes, cada uno por su cuenta, es lo que produce los cambios cuantitativos y cualitativos que se encierran en el desarrollo económico y es la falta de estos gerentes lo que conduce al decaimiento del aparato productivo y toda la economía en las economías planificadas, por lo cual hay un consenso generalizado en el mundo que el mercado es necesario y que los sistemas planificados no tienen vigencia histórica. Por eso el socialismo no cabe en Colombia y es una falacia decir que se debe frenar a los socialistas los cuales no existen. Pero a la vez, una de las leyes del mercado es que crean la desigualdad en todos los niveles: entre regiones, entre sectores de la economía, entre ramas empresariales, entre unidades económicas, entre clases sociales, entre sectores urbanos, entre todo. Por ello, es necesario que intervenga el Estado con mecanismos de política económica para que neutralice o alivie las desigualdades que produce el mercado, pero sin cambiar el sistema.

 

Entonces, es absurdo y de mala fe, el argumento del socialismo para crear mala imagen a quienes se oponen al actual establecimiento neoliberal que está siendo manejado con enfoque fascista, que, además, requiere una idiosincrasia o cultura especial que, precisamente, en Colombia no existe y que nunca permitiría el establecimiento de dicho sistema, por lo cual es torcido y  maquiavélico plantear en el debate político la confrontación capitalismo-socialismo.

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