Se hizo
popular el apelativo de la “calladita”, haciendo referencia a la magistrada que
ocultó información de interés público; y últimamente se armó un escándalo
porque la vicepresidenta calló durante muchos años una tragedia familiar.
Entonces como ya está de moda el tema, bien vale recordar algunos datos que el
sepulturero del glorioso Partido Liberal y padre del neoliberalismo en
Colombia, ha mantenido en secreto durante tres décadas.
Cesar
Gaviria está en deuda con el país sobre varios asuntos de interés general que
la opinión pública no conoce y que él en su calidad de presidente de la
república debió saber. Por ejemplo, no ha dicho Gaviria qué papel jugó el
Instituto para la Economía Internacional (IIE) de Washington, que hoy se llama
Instituto Peterson, en todos los antecedentes de la Asamblea Constituyente de
1991, ni tampoco ha informado sobre el papel del señor John Williamson que
coordinó un proyecto derivado del Consenso de Washington, que según el informe
de esa misma entidad, contaba con un presupuesto de 18 millones de dólares. Aún
no sabe la opinión pública de dónde salieron los recursos para financiar el
movimiento de la Séptima Papeleta. Tampoco sabe la opinión pública qué
maniobras se dieron para que la Corte Suprema de Justicia expidiera dos
conceptos sobre reforma constitucional, cuando Alfonso López manifestó la
imposibilidad de reformar la Constitución mediante Asamblea Constituyente y más
adelante, sobre la capacidad de esta asamblea para cambiar totalmente la Carta.
Cesar
Gaviria no ha dicho quien le recomendó a Rudolf Hommes para el cargo de
Ministro de Hacienda, justamente, el único colombiano que participo en el
Consenso de Washington, auspiciado y financiado por el IIE, y tampoco nos ha informado
por qué este mismo organismo, cuyos recursos principales recibía en ese tiempo
de los fondos de inversión con importante participación de Rockefeller, según
publican en su página web, cubrió los gastos para que en 1993 fueran a la
capital norteamericana a recibir la cartilla neoliberal, un numeroso grupo de
funcionarios de su gobierno, quienes a finales de ese año llegaron a Colombia a
presentar los proyectos de ley que hoy tienen destruido al país y en grave
situación de descomposición social.
No ha
explicado todavía por qué y cuál era el significado de su famosa frase en el
discurso de posesión “bienvenidos al futuro”, un futuro que hoy es presente y
que ya conocemos. Tampoco ha dicho el significado de la famosa autonomía del
Banco de la República, cuando vemos que hoy ese organismo tiene lazos de
dependencia muy estrecha con el Banco de Pagos Internacionales (BPI) con sede
en Basilea Suiza, mientras el gobierno no dispone del instrumento apropiado
para afrontar la grave crisis de las finanzas públicas. Debe informar Gaviria,
cuáles eran los compromisos con el IIE sobre cambio de la Constitución,
derogando el Estado del Bienestar, que había sido víctima de cruentos ataques y
desprestigio de parte de los especuladores internacionales del dinero aglutinados
en los fondos de inversión.
También hay gente que piensa, que Gaviria sabe sobre quiénes son los verdaderos autores intelectuales de la muerte de Galán; pues no creen que un narcotraficante llegue al asesinato de un virtual presidente por un motivo irrisorio. En cambio esta corriente considera que el cambio de tipo de Estado sí justifica un crimen de esa magnitud, resaltando que Galán no iba a prestarse para destruir el Estado Interventor-Benefactor, que él tanto defendió, para instaurar el Estado neoliberal que se impuso en 1991.
También hay gente que piensa, que Gaviria sabe sobre quiénes son los verdaderos autores intelectuales de la muerte de Galán; pues no creen que un narcotraficante llegue al asesinato de un virtual presidente por un motivo irrisorio. En cambio esta corriente considera que el cambio de tipo de Estado sí justifica un crimen de esa magnitud, resaltando que Galán no iba a prestarse para destruir el Estado Interventor-Benefactor, que él tanto defendió, para instaurar el Estado neoliberal que se impuso en 1991.
Pero
el mayor interrogante que hoy nos amarga a los liberales, a los afiliados al
Partido Liberal que somos fieles a la plataforma ideológica aprobada por la
Constituyente Liberal de comienzos de siglo, es quién le sostiene aferrado a la
organización política que encierra la potencialidad suficiente para cambiar el
actual establecimiento neoliberal e imponer las políticas pertinentes para
solucionar los grandes problemas nacionales. Por eso hoy toca dejar el temor de
un lado y aprovechando que el tema del silencio se ha puesto de moda, exponer
públicamente el caso del calladito de Gaviria.
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