martes, 5 de mayo de 2020

LA RELEVANCIA DE LA ECONOMÍA SOCIAL

José Coraggio, un economista argentino, escribía en el año 2000 algunos textos sobre desarrollo económico local y destacaba el tema de la Economía Social, cuyo concepto definía claramente mostrando sus bondades y la pertinencia para países subdesarrollados, lo cual no ha trascendido en este siglo porque los fenómenos globales del capital financiero, la transnacionalización de las empresas y los tratados de libre comercio, se encargaron de ocultar la propuesta, que solo en algunos lugares y países tuvo trascendencia madurando casos que pueden ser ejemplos para el resto del mundo. Pero ahora, como consecuencia de la pandemia, que también es global, y los cambios que se avecinan en las esferas económicas, sociales e institucionales, bien vale la pena traer a colación el enfoque del economista argentino.

Coraggio señala que la economía social se basa en los principios de solidaridad, democracia organizativa, venta a precio de costo en un mercado sin ánimo de lucro, bonificación a los socios sobre la porción no reinvertida de los beneficios, y creación de medios para el desarrollo integral de la persona. Lo define como un sistema de economía del trabajo orientado a la reproducción ampliada de la vida de todos los trabajadores, que genere sus propias formas estatales de regulación y de generación de condiciones para la producción de la economía social. En otras palabras, es la misma base del cooperativismo que ya existía desde el siglo XIX en Inglaterra y otros países, pero ahora complementada con redes solidarias, grupos de ayuda mutua, asociaciones sindicales, organizaciones barriales, micro emprendimientos en red o sin red, sistema educativo y de capacitación continua, centros de investigación y tecnología, formas de autogestión o gestión participativa de la economía pública, entre otras manifestaciones. Destaca el autor, que es un sistema que articula niveles micro, macro, meso y meta, donde en el nivel micro están los emprendimientos familiares y sociales, en el nivel macro la práctica del presupuesto participativo y las políticas locales, en el nivel meso las redes de articulación productiva y en el nivel meta los acuerdos sociales e institucionales estratégicos.

Por supuesto, no se trata de acoger al pie de la letra la propuesta de Coraggio, sino de reflexionar sobre las alternativas en el futuro cercando para encontrar salida al grueso problema económico que se aproxima; pero ante todos, se trata de mostrar que en muchos lugares, sobre todo territorios indígenas y zonas de economía campesina, existen varias experiencias y casos que se acomodan a los conceptos de Economía Social y por lo tanto, la existencia de oportunidades derivadas de la gran crisis, donde se necesitará ingenio y creatividad para diseñar fórmulas diferentes a las convencionales impuestas por las reglas del capitalismo posmoderno.

Si se ha generalizado la queja de que el capitalismo de la globalización golpeó sustancialmente a las regiones periféricas, pues también hay que generalizar que ahora, se puede encontrar la fórmula para la construcción de un modelo de desarrollo regional y local a partir de un nuevo paradigma que se derive de los patrones contrarios a la globalización. Pero, eso sí, se requiere del liderazgo adecuado para regir los procesos sociales, económicos e institucionales hacia objetivos de bienestar mediante el aprovechamiento de las potencialidades que hoy existen, reconociendo el trabajo de Coraggio sobre la relevancia de la Economía Social. 

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