El sistema capitalista se caracteriza por la acumulación de capital en
manos privadas y este fenómeno se convierte en el principal determinante del
poder político e influencia social. Pero en el presente siglo XXI, no todos los
capitalistas son iguales, aunque ellos, entre colegas, no se “pisen las
mangueras”, sin considerar detenidamente cuál es el papel económico y social de
unos y otros.
En toda la historia de la humanidad, desde la época del esclavismo, siempre
el Estado ha sido manejado y se ha puesto al servicio de las elites de poder
económico, por lo cual el capitalismo no iba a ser la excepción. Pero una cosa
era cuando el Estado estaba al servicio y conveniencia de los empresarios,
representados por los industriales y en el marco global, al servicio de las
multinacionales y otra cosa es hoy, cuando el organismo está al servicio de los
rentistas, representados por los fondos de inversión, en el marco de la
globalización financiera. Los industriales pagaban impuesto al patrimonio,
apoyaban el empleo y estimulaban políticas de aumento de la demanda agregada,
para lo cual apoyaban el gasto público elevado.
Ahora, en el presente siglo, lo que no han notado los empresarios, o se
hacen los de la vista gorda, es que los rentistas los tienen golpeados y a la
industrial le ha tocado pagar los platos rotos. Los empresarios pagar impuesto
a la renta mientras que los rentistas están exentos; les han cargado la llamada
“responsabilidad social empresarial”, para que asuman obligaciones que le
corresponden al Estado en materia de gasto social; la política de control a la
inflación ha contraído la demanda agregada bajando las ventas de las empresas y
perjudicando los negocios de bienes y servicios, fenómeno que se observa en
todo el mundo, donde el aparato productivo se está desecando. Ya no hay crédito de fomento como antes, ni
el Estado contribuye como gran comprador en el mercado, por las restricciones
que le han impuesto al gasto público, cuya prioridad es atender el servicio de
la deuda para conveniencia de los rentistas.
Claro que en aquella época, entre los siglos 19 y 20, sí había
empresarios; los fundadores del capitalismo: personas que laboraban 18 horas
diarias y así lograron forjar los grandes emporios empresariales; mientras que
hoy lo que hay son los herederos de ellos, zánganos que no saben hacer empresa
y por eso prefieren llevar sus fortunas a los fondos paras que estos especulen
en los mercados de capitales y le presten plata al Estado, haciendo de este ejercicio
la columna vertebral de la economía postmoderna.
Entonces, es claro que hoy no se puede tomar de manera estándar a los
capitalistas; una cosa son quienes utilizan su patrimonio para generar empleo y
llevar al mercado bienes y servicios con destino a la satisfacción de las
necesidades humanas y otra cosa son quienes entregan su patrimonio a un Fondo y
se dedican a vivir de la renta que este dinero les produce, el cual en gran
porcentaje, se destina a comprar papeles del Estado, quien se dedica a cobrar
impuestos a los pobres para pagarles cumplidamente los intereses y el principal
al vencimiento, restringiendo para ello el gasto público que se requiere para
dinamizar la economía, por lo cual siempre es conveniente tener claridad sobre
la dicotomía entre empresarios y rentistas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario