La reforma tributaria anunciada, que el gobierno argumenta con los
consabidos engaños y mentiras como el que está diciendo de generar empleo
cuando la verdad es el pago del cuantioso servicio de la deuda de los próximos
años, es de enfoque neoliberal. Es decir, basada en impuestos indirectos, que
gravan más a los pobres, y exenciones a los ricos. Por supuesto, para que la
propuesta pase en el trámite del Congreso, el gobierno tendrá que repartir mermelada
de puestos y contratos a los congresistas, pues es bien sabido que estos
personajes nunca votan gratis favorablemente un proyecto de ley.
Pero ese no es el único enfoque de política que existe. Sabemos que
también está el enfoque socialdemócrata cuyas propuestas para una reforma
tributaria que incremente los ingresos corrientes de la nación, son diferentes.
En el caso colombiano, se trataría de acciones como las siguientes: volver a
establecer el impuesto sobre el patrimonio que existía el siglo pasado; acabar
con el cuento chimbo de la doble tributación que libra de impuestos a los
propietarios con el argumento de que las empresas ya pagaron; hacer que las
empresas de minería paguen impuesto a la renta, que no tributan con el
argumento de que pagan regalías, sin considerar que son dos cosas diferentes;
eliminar los tratamientos privilegiados a las multinacionales extranjeras;
cobrar impuestos justos y equitativos por la remesa de utilidades para el
exterior; cobrar aranceles a la importación de productos elaborados en el país
por empresas nacionales; pero sobre todo, cobrarle impuesto de renta a los
verdaderos ricos, que hoy son los capitalistas rentistas de todo el mundo,
agrupados en los fondos de inversión, los especuladores internacionales del
dinero, que ahora les llaman inversionistas y que con el sometimiento que han
hecho al Estado, son los verdaderos causantes de la crisis fiscal que viven
casi todos los países del mundo occidental. Ah, y que Carrasquilla pague
impuestos por el dinero que tiene clandestinamente en Panamá.
Es apenas lógico que, si el Estado quiere aumentar sus ingresos por la
vía tributaria sin acudir a la fórmula de emisión de dinero, que fue la que le
dio la magnitud al Poder de Estado durante dos siglos en época del Estado Moderno,
debe acudir a quienes tienen plata; pues no habrá mucho que recoger buscando
dinero donde no hay, como ocurrió con la reforma tributaria de Santos, que fue
un fracaso porque no incrementó los ingresos corrientes del gobierno. Siempre
se ha dicho que los negocios con pobres son malos, de modo que, además de los
problemas sociales que ocasionará el enfoque neoliberal y los perjuicios en
materia de reactivación económica derivados de la contracción de la demanda
agregada por afectar el consumo final, no le proporcionará a las finanzas
públicas, el aumento de ingresos esperado y la situación seguirá igual,
mientras no cambie la estructura de financiamiento del Estado.
Por supuesto, para aplicar otro enfoque de política tributaria, tendría
que haber ajustes en la estructura de financiamiento del Estado, que hoy es
correspondiente al Consenso de Washington de 1989 y que se introdujo mediante
la Ley 51 de 1990; lo cual significa, también, que debe haber cambios políticos
que permitan orientar el funcionamiento del Estado con propósitos diferentes a
los actuales, que consisten en colocar el organismo al servicio del capitalismo
financiero internacional. Pero por ahora esto no será posible, por lo cual es
perder el tiempo criticar la propuesta de Carrasquilla, que está en el cargo
cumpliendo el cometido para el que fue nombrado y en concordancia con los
intereses de quienes legalmente detentan el poder porque el pueblo colombiano
así lo quiso y por lo tanto no hay forma de cambiar el enfoque de política
tributaria.
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