En días pasados el gobierno dictó una resolución estableciendo la norma
por la cual a partir del primero de enero de 2019, en los hogares se debe
utilizar tres colores para sendas bolsas de recolección de los residuos
sólidos, con el argumento de que en Colombia solo el 17 % de estos residuos se
recicla y se propone una meta para el año 2030 de reciclar el 50 %.
Digamos que como propósito la medida es plausible por cuanto el
reciclaje permite bajar costos de materias primas y alargar la vida de los
rellenos sanitarios. Pero por el lado de los resultados prácticos se presentan
muchas dudas; pues está visto y comprobado, que las solas normas de tipo
jurídico no dinamizan procesos de gestión pública, ni de parte de los
organismos estatales y mucho menos, de parte de los organismos civiles que, por
cuenta de la democracia participativa, deben intervenir de manera constructiva
en el manejo y la solución de los asuntos públicos.
Al igual que en todas las ciencias sociales, en el campo de la gestión
pública también existen varios enfoques conceptuales y paradigmáticos, donde
uno de ellos es el enfoque jurídico que, justamente es el que impera en
Colombia y mediante el cual, siempre se pretende resolver los asuntos público
expidiendo leyes, decretos o resoluciones, como si estos instrumentos que solo
constituyen el piso jurídico que determina la legalidad de las acciones, fueran
suficientes para dinamizar los procesos sociales e institucionales necesarios
para el logro de los objetivos. Los gobiernos, tanto nacional como
territoriales, se lavan las manos con la expedición de normas y no asumen con
eficacia su obligación como responsables de la rectoría de los procesos
sociales. Si las simples normas jurídicas fueran suficientes en la gestión
pública, este país no tendría problemas y necesidades; pues leyes y decretos es
lo que hay aquí para todos los asuntos; pero falta ver cuantas y cuáles de las normas
vigentes en la realidad se aplican.
Otros
enfoques conceptuales acerca de la gestión pública, destacan la importancia del
piso jurídico que, por supuesto, debe ser favorable; pero otorgan mucho mayor significado
a las acciones que verdaderamente le imprimen la vida al comportamiento social,
que en muchos casos como en este, requieren de pedagogías apropiadas y de los
métodos de gobernanza que aseguren la conducta cívica concordante con los
propósito de la política pública, todos ellos contemplados en la teoría de la
Gerencia Pública. El caso de las bolsas de colores es solo uno de los miles de
asuntos públicos que el gobierno pretende resolver con actos administrativos,
los cuales permiten justificar su acción y publicitar las medidas para dar la
imagen de buen gobierno; pero que examinando profundamente en términos de la
ciencia administrativa y la observación práctica de los resultados, deja muchos
vacíos que demuestran la necesidad de aplicar otros enfoques conceptuales y evidencian
las limitaciones del enfoque jurídico de la gestión pública.
No hay comentarios:
Publicar un comentario