Anotaba
en esta misma columna el 11 de enero de 2017 con el título “Panorama de la
economía”, algunos comentarios acerca de lo que sería el año pasado para la
economía colombiana y hoy, examinando los sucesos del final, vemos que los
hechos resultaron muy cerca de lo comentado, que coincidía con la apreciación
de varios analistas que examinan la realidad con óptica distinta a la
tradicional del pensamiento neoliberal.
La
baja en la calificación que le propinó Standard & Poor’s (S&P) al final
del año es un signo que demuestra la afirmación. Si bien es cierto lo que en el
trasfondo examinan las calificadoras y lo que les interesa a esas firmas, es el
riesgo para pagar el servicio de la deuda, o sea las conveniencias de los
fondos de inversión, el argumento utilizado para la descalificación de que
Colombia no reduce el déficit en cuenta corriente, no cumple la regla fiscal y
no reactiva la producción, es cierto. Aunque las calificadoras no juzgan estas
variables preocupadas por la realidad interna y sus consecuencias en las
condiciones de vida de la población sino por el temor de que los capitalistas
rentistas se vean afectados, esa realidad sí debe preocupar a los colombianos
porque es la continuación de una tendencia que tiene ya varios años, desde
cuando se fue el suelo el precio del petróleo y las finanzas públicas se
afectaron.
Pero
lo más grave es que los instrumentos de política económica que aplican las
autoridades nacionales no han servido para corregir las deficiencias; pero
ellos, Cárdenas y sus compinches, siguen insistiendo en lo mismo, en la
cartilla que sacan en Harvard y que aquí le hacen eco Anif y Fedesarrollo, los
templos del ideario neoliberal. A pesar de que los resultados de estas
políticas no han dejado ver soluciones, se reitera en su aplicación y esto es
lo grave.
Por
ejemplo, poco ha servido la Política Monetaria de inflación objetivo con el uso
de la tasa de interés de referencia como instrumento, si la meta del año pasado
se sobrepasó; la reforma tributaria que generó un nocivo golpe de opinión para
el gobierno y afectó la demanda agregada alimentando más la recesión, no
produjo los ingresos fiscales esperados y la política cambiaria de regulación por
el mercado, que ha encarecido tanto las importaciones y con ello los costos del
aparato productivo que depende en gran medida de insumos importados, ha causado
más daños que beneficios porque las exportaciones no responden.
Ahora
lo que vemos es que las condiciones del presente año no han cambiado
sustancialmente y los pequeños cambios ocurridos son para perjudicar más; pero
las autoridades económicas reiteran en la aplicación de la cartilla neoliberal.
Por lo tanto, los augurios para este 2018, independientemente de quien gane la
presidencia, son muy similares a los del año anterior y esto debe ser claro;
porque la costumbre es imputarle la culpa al Presidente de turno, desconociendo
los factores de la economía global, que son los que verdaderamente repercutirán
en la economía colombiana de 2018.
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