martes, 23 de enero de 2018

DESGASTE DE LAS PROPUESTAS DE CAMPAÑA

En estos días que se adelantan las diversas campañas electorales, se escucha un sin número de iniciativas y eslogan de campaña, tenientes a convencer al electorado que voten a su favor, usando este recurso de marketing político que ahora ha tomado fuerza tal vez por recomendación de los expertos en mercadeo electoral, que toman como base la norma del voto programático y por la reiterada crítica a la compra vulgar de votos con dinero o con especie. Claro, los candidatos a la presidencia deben inscribir un programa; pero no son de trascendencia las propuestas de los candidatos al Congreso donde su tarea se limita a votar a favor o en contra de los proyectos de ley. Distinto fuera que su compromiso se concentrara en ofrecer que su voto se condicionará a que la ley sea de beneficio para los grupos más necesitados y no, como sucede ahora, que los congresistas votan sin importar el contenido de las leyes sino a cambio de puestos y contratos, bajo el esquema que se ha popularizado con el nombre de “mermelada”.

Algunas ideas son sensatas, otras atrevidas y otras soñadoras. Hay de todo como en botica. Pero a ninguno se le ha escuchado, cómo afrontar la realidad de los condicionantes impuestos por las fuerzas políticas superiores que limitan la acción del legislativo y del gobierno.

Por encima de las iniciativas de los políticos, hoy candidatos, están la Constitución y las reglas que rigen el ordenamiento mundial como el Consenso de Washington, el tratado de la OMC, las reglas del FMI y demás pactos internacionales que Colombia ha suscrito obedeciendo las imposiciones realizadas por las elites de poder económico mundial. La Constitución Política que, como se ha demostrado, fue influenciada por el IIE desde Washington, quita al gobierno las facultades para manejar la política macroeconómica y reduce la política fiscal al simple pago del servicio de la deuda, bajo el patrón impuesto por la Ley 51 de 1990. Así que los grandes problemas nacionales, como la estructura de financiamiento del Estado y lo que hoy llaman la crisis fiscal, solo se pueden solucionar si desaparecen los factores que, precisamente, los han generado.

Ni el Congreso y mucho menos el gobierno, tienen la competencia para erradicar del todo el origen de los males cuya raíz está en el modelo neoliberal que impera en la economía mundial para favorecer a los grupos financieros y los grandes fondos de inversión donde se concentra la gran magnitud de la riqueza global. Entonces, el Congreso con sus leyes y el Gobierno con sus políticas públicas, solo tienen un margen estrecho para moverse, del cual hay que lograr, aunque sea el sombrero del ahogado. Es lo que puede distinguir las propuestas de campaña que solo tienen dos alternativas: o se favorece a los ricos o se favorece a los pobres, dentro del vaivén que llaman de derecha o de izquierda. Por lo tanto, siendo así la situación, con los poderosos limitantes reales que existen, los esfuerzos de los candidatos por difundir iniciativas no pasan de ser el simple desgaste de las propuestas de campaña.


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