miércoles, 11 de octubre de 2017

TRAS DE GORDO HINCHADO

Describía el domingo pasado Nelson Paz, lo que podríamos denominar una radiografía de la situación política del departamento del Cauca y muchas expresiones, casi de terror, iban saliendo a medida que se avanzaba en cada párrafo. La realidad del territorio para el debate electoral que se aproxima, no ofrece buenos augurios para una comunidad que adolece de graves problemas en las esferas económica, social, cultural, ambiental e institucional.

El cumplimiento del acuerdo de Paz, que hacía pensar en las oportunidades del Punto 1 para adoptar una adecuada, pertinente y consecuente política pública para el campo, ahora está dejando dudas por las acciones del gobierno nacional que, basado en el centralismo bogotano tradicional, no muestra los aciertos necesarios para lograr los propósitos del acuerdo, por lo que se desean y esperan los ajustes y correcciones que, sin la intervención de los organismos regionales, probablemente no sucederán y entonces todo será un fracaso.

Una columnista de la Revista Semana hizo referencia a un tema que ya en este diario otros comentaristas habían tocado, claro, con mayor precisión que la periodista bogotana en lo que se refiere al Cauca, pero con menor eco en la opinión pública, sobre los bandazos que está dando el gobierno nacional en sus programas de erradicación de los cultivos de uso ilícito, que realiza con una actitud desesperada por las cifras de áreas cultivadas que ha mostrado la ONU.

El desempleo y la descomposición social cada día inundan más las comunidades locales generando zozobra y desesperación en las familias, que ven cómo la delincuencia y sus efectos en la inseguridad lesionan la calidad de vida de los caucanos, ante unos gobiernos territoriales que, más se preocupan por las campañas electorales del próximo año, que por cumplir la misión encomendada por los electores; y todo agravado por un elevado número de escándalos de corrupción que produce rabia en la gente y desconcierto ante la injusticia de la justicia que en lugar de proteger el interés general y el bien común, se amanguala con los delincuentes de cuello blanco que saquean los recursos de toda la población.

La comunidad del Cauca no merece este destino. Puede haber cometido muchos pecados como el de haber repetido tantas veces la elección y designación de los mismos con las mismas para manejar los asuntos públicos del territorio y otros pecadillos más, pero no como para caer en la actual situación donde los ineptos y los politiqueros siguen campantes preparándose para las próximas elecciones sin que haya un despertar que motive el cambio de rumbo donde los protagonistas de la actividad pública sean otros, más concordantes con las necesidades de cambio para salir de la crisis generalizadas, con nuevos liderazgos que no dejen llegar a un futuro donde siga sucediendo que tras de gordo hinchado.

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