Se ha vuelto popular el uso de la parodia
de la obra de Gabriel García sobre la crónica anunciada, para referirse a casos
en que con anterioridad ya se sabe los resultados de un proceso, por lo cual
bien podemos desde ya, anunciar el fracaso que tendrá el denominado proceso de
paz, si no se aplican oportunamente los correctivos a lo que serán factores que
determinan el resultado.
Además de los ataques del uribismo, que,
estamos seguros, no ahorrará esfuerzos para bombardear el proceso desde todos
los flancos posibles, lo cual será un factor altamente incidente en los
resultados de los acuerdos con la guerrilla, este aspecto lo dejamos de lado
por estar fuera de la gobernabilidad de Santos. Pero hay otros tres fenómenos que
están dentro de las acciones gubernamentales, que desde ya están anunciando que
el proceso de paz fracasará.
Uno es el centralismo bogotano. Ya estamos
observando cómo desde la capital se toman todas las decisiones sin tener en
cuenta las consideraciones hechas desde lo local y sin tener el suficiente
conocimiento de las condiciones específicas que existen en cada territorio. El
direccionamiento estratégico del proceso funciona verticalmente de arriba hacia
abajo y con ello las políticas, que debieran de ser públicas, se convierten en
políticas gubernamentales que, como ya se sabe, nunca han sido adecuadas para
solucionar algún problema.
Dos es el papel de los políticos
tradicionales. Las acciones inherentes al cumplimiento de los acuerdos, ante la
ausencia de una organización civil adecuada y eficaz, se están canalizando a
través de los políticos tradicionales, quienes están haciendo lobby y
lagarteando ante el gobierno para que les asignen fondos con fines del acuerdo,
pero que ya sabemos, se convierten en politiquería electoral y los recursos en
fuente de financiación de campaña.
Tres es la ausencia de los actores
locales. Desde ya están llegando a los municipios diversas ONGs de Bogotá y
algunas internacionales, a las que les han suscrito multimillonarios contratos
para que vayan a hacer la paz en las localidades, que no conocen, por lo cual
llegan a rebuscar ayuda local para cumplir su contrato. Y allá en la capital, están
los vividores pescando para sacar un contrato.
Muchos casos se han visto en la historia,
en que los recursos disponibles se quedan en Bogotá para pagar costosa
burocracia y a los sabios, que surgen a montones, y los fondos no llegan a los
territorios. Ahora es posible que esto también ocurra y entonces con todos esos
factores es procedentes que hoy podamos hablar del anuncio de un fracaso.
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