Juan
José Echavarría es el nuevo gerente del Banco de la República, quien hereda el
cargo del que él mismo denominó “el padre de la inflación objetivo en Colombia”,
una nefasta política monetaria que ha imperado en el país durante el presente
siglo, la cual se aleja radicalmente de lo que fuera la Política Monetaria en
los comienzos, cuando se consolidó la política económica como instrumento
gubernamental para orientar los procesos económicos por allá en los años
treinta del siglo pasado, en época en que esta política tenía como fundamento
el interés general y el bien común, en lugar del favorecimiento de algunos
grupos económicos.
Si bien es cierto que la Política
Monetaria clásica, la del siglo pasado, beneficiaba a los capitalistas
industriales, también es cierto que su propósito era el de contribuir al
crecimiento económico mediante la generación de empleo y por ello la finalidad
era de interés general para toda la economía; más cuando el empleo es para
beneficio de la población mayoritaria que no posee capital. Pero ahora, con el
invento neoliberal de la inflación objetivo, esta política ya no contribuye a
la generación de empleo y al interés general, sino al favorecimiento del
capitalismo rentista agrupado en los fondos y la banca de inversión.
Desde cuando el Banco de la República fue
arrebatado de las manos del Jefe de Estado para colocarlo de rodillas al
servicio del capitalismo financiero internacional en 1991, dejó ser un medio
para buscar beneficios sociales y se concentró en el favorecimiento de los
rentistas, quienes realizan sus inversiones en papeles de renta fija y por ello
la inflación es su principal enemigo. Uribe, el gerente saliente, cumplió
obedientemente esta directriz mediante el enfoque de Política Monetaria de
inflación objetivo, que hoy Echavarría enaltece y se propone continuar, según
se desprende de sus palabras entregadas a los medios.
Viene un nuevo período en el banco central
después de doce años de la gerencia de Uribe, pero no se espera que cambie de
orientación. El enfoque neoliberal seguirá imperando y con ello sólo se puede
esperar más desempleo, aunque no haya acierto total para sus fines al
aplicarla; pues existen serias dudas de la cientificidad de dicha política, ya
que el mecanismo de jugar con las tasas de interés para luchar por conseguir la
meta de inflación, no parece ser una medida muy eficaz, razón por la cual cada
cierto tiempo el banco tiene que hacer ajustes a la llamada inflación objetivo.
La extremada dependencia del sector externo hace perder potencia a los
instrumentos del banco central. Echavarría ya dijo que en el 2016 la meta había
sido de 5,6 % pero que, en 2017, o sea en el primer año de su administración,
esta meta se bajaría al 4 % para favorecer a los rentistas cuyas ganancias
corren el riesgo de ser menguadas por la inflación, así el crecimiento de la
economía se vea frustrado por la contracción de la demanda agregada; pero eso no
importa ya que tiene más peso que la Política Monetaria siga siendo la de inflación
objetivo.
El desacierto de estas políticas que buscan engordar los bolsillos de quienes ya los tienen embotados, sólo lleva a más desempleo y una serie de consecuencias nefastas, que ya bien conocemos. Ni hablar de la educación. Un gobierno que sube impuestos a las ventas del 8% al 16% y se aplaude y otro que le sigue en menor medida con pensamientos neoliberales, no tienen más que extraerle a un país que su poca felicidad. Política monetaria, o política de inversión o como cualquier apodo, invento o apología al robo miserable no tiene un norte más que el de estar sentado esperando regalías.
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