miércoles, 9 de noviembre de 2016

LA VIOLENCIA DEL SIGLO XXI

Revisando los libros de historia se da uno cuenta de que la historia colombiana es principalmente la crónica de las guerras. Desde los inicios de la república, cuando se enfrentaron los partidarios de Bolívar con los de Santander, que incluye el famoso suceso de la noche septembrina. Luego viene una secuencia de guerras internas en el país por diferentes motivos y circunstancias, pero siempre los conflictos acompañados de manifestaciones de violencia, hasta que el Siglo XIX se cerró con la tan mentada Guerra de los Mil Días.

Luego vino el Siglo XX y aquí, se destacan dos períodos significativos. La primera mitad con enfrentamientos entre los partidos liberal y conservador, que según se deduce solo los distinguía la diferencia del rojo y el azul, y la segunda mitad que se caracteriza por el enfrentamiento entre las fuerzas del Estado y la guerrilla, en un principio revolucionaria basada en el derecho a la rebelión, que luego se criminalizó y degeneró el enfrentamiento. Parece que la historia de este siglo se terminará con la crónica de los acuerdos de La Habana y Quito.

Si se sigue la tendencia histórica, tendríamos que, lamentable y tristemente, esperar los términos y condiciones de los fenómenos del Siglo XXI, que apenas lleva dieciséis años y faltan ochenta y cuatro, y que, con lo que estamos viendo hoy en la polarización alrededor de los acuerdos con las Farc, se deduce cuáles serán las fuerzas en conflicto durante las próximas décadas.

El uribismo por un lado y los antiuribistas por el otro, le están dando visos al enfrentamiento con rasgos de sumo peligro. Son posturas radicalmente opuestas y rígidas, con imputaciones al contradictor sustentadas en cargos hirientes, que difícilmente lograrán sanar. Se ven claramente las tendencias políticas que se pueden ubicar, como en la Asamblea Constituyente de la Revolución Francesa, a la derecha y a la izquierda. Por un lado, se aprecia la postura claramente neoliberal que hoy domina el mundo, y por otro lado una tendencia difusa que no muestra precisión en la postura política pero que deja ver con claridad que neoliberal no es. Es curioso; se evidencia más un enfrentamiento alrededor de un caudillo, que un debate conceptual sobre las propuestas de fondo en el campo político.

De todos modos, lo que se ha sembrado y está germinando, es un enfrentamiento que cambiará sustancialmente el carácter del régimen político colombiano. Ya no será pensando en la revolución socialista, ni en el socialismo clásico del Siglo XX ni el Socialismo del Siglo XXI, pero sí está mostrando dos tendencias radicalmente diferenciadas sobre cómo se debe afrontar el manejo del Estado dentro del sistema capitalista. Después de que el modelo neoliberal se derrumbe, lo cual ya está en proceso, se verán los efectos que, ante el fracaso del nuevo orden mundial, que también se está frustrando, dejará gestar un nuevo conflicto sociopolítico que en la historia de Colombia marcará, y ojalá me equivoque, la identidad de la violencia del Siglo XXI.

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