Una
de las dificultades de mayor peso cuando se trata de planificar el desarrollo
municipal es encontrar la vocación económica del territorio, con el fin de
imprimirle viabilidad al esfuerzo. Teóricamente los modelos muestran caminos
pero en la práctica no todo lo que dicen los textos es realizable.
En
el siglo pasado, cuando la teoría afirmaba que el desarrollo económico era la
industrialización dentro del enfoque exógeno, se hacían esfuerzos para atraer
empresas que se debían instalar en la localidad. Recuerdo que Promocauca se
tiró varios miles de millones de pesos con ese propósito y la Ley Páez se
tramitó con ese mismo fin; y aunque los resultados para esta ciudad son más
bien malos, las acciones se realizaban indiscriminadamente tratando de pescar
cualquier empresa.
Hoy
que prevalece el enfoque del desarrollo endógeno donde no se trata de atraer
empresas sino de construir procesos a partir de la dotación de recursos
locales, la identidad de la base económica es fundamental para imprimirle
factibilidad a las estrategias. Por eso es necesario precisar las ramas donde
existen potencialidades y a partir de estas fortalecer los procesos de
acumulación y construcción de competitividad en el contexto global.
Desde
comienzos del siglo, el BID viene exponiendo su tesis sobre la importancia de
la Economía Naranja para propiciar el desarrollo endógeno. Varios nombres se
han generalizado para hacer referencia a este campo de la economía, como:
industrias culturales, industrias creativas, industrias del ocio, industrias
del entretenimiento, industrias de contenidos, industrias protegidas por el
derecho de autor, economía cultural y economía creativa, pero en todos los
casos se refieren al aprovechamiento del capital humano, transformando las
dotes humanas en capital dinero. El ingenio, el talento, las habilidades, las
destrezas y la creatividad humana, son el principal recurso para el desarrollo
de la Economía Naranja, que articuladas al sector turismo o comercializadas en
el marco de la exportación de servicios, constituyen una fuente importante de
generación de empleo. Aquí ya existen bases como el festival de música, el
festival gastronómico, el festival de bandas que organiza el Grupo Orfeo, etc.
También los aplastados de Doña Chepa, la carantanta o los chontacones, sin
contar con los grupos musicales, poetas, cuentistas y demás expresiones del
talento payanés.
Es evidente el ingenio y la creatividad
inherente a la cultura payanesa. No solo en las artes convencionales sino
también en la gastronomía, el deporte, la tradición cultural y otros renglones,
existe una magnífica dotación de capital humano que bien pudiera fortalecerse
mediante políticas públicas y estrategias direccionadas por los gobiernos
territoriales, cimentando así una identidad que le permita implementar procesos
sostenibles con horizonte en el mejoramiento de las condiciones de vida en el
largo plazo, por lo cual en materia de potencialidad de la base económica, no
existe duda de que la de Popayán es la naranja.