Cuando
la crisis económica de 1928, los capitalistas rentistas fueron quienes más se
afectaron porque habían colocado sus dineros en papeles de las empresas
privadas, estas que tienen que ir al mercado a luchar vendiendo bienes o
servicios para obtener las utilidades con las que pueden pagar los intereses y
el principal a los tenedores de sus títulos valores. La lección fue bien
aprendida. En los años ochenta, cuando ya habían conquistado el poder de Estado
a partir del eje Reagan-Thatcher, era apenas lógico que el esquema tenía que
cambiar y entonces fue cuando se les ocurrió la brillante idea de colocar sus
capitales en manos del Estado, con el supuesto argumento que este órgano nunca
quiebra. Con ello, la política fiscal se redujo simplemente al recaudo de
impuestos, principalmente indirectos, y al pago cumplido del servicio de la
deuda a los tenedores de los papeles que el gobierno emite para conseguir
recursos, agrupados ellos en toda clase de fondos y en la banca de inversión.
En
Colombia el hijo de Jorge Cárdenas ha sido absolutamente obediente y
disciplinado con los intereses de los especuladores internacionales del dinero:
paga cumplidamente el servicio de la deuda y ha tomado las previsiones necesarias
con mecanismos que garantizan el pago de los vencimientos futuros, creando
seguridad y confianza al capitalismo financiero internacional. No importa que
la salud, la educación, el agua potable, la infraestructura y demás necesidades
sociales del país estén en ruinas. Lo importante no es el gasto público para
solucionar los requerimientos del pueblo colombiano, sino quedar bien con los
ricos del mundo. Al fin y al cabo, ellos son los que imponen las reglas de
juego en el funcionamiento universal.
Como
premio a la sumisión y obediencia del ministro colombiano, la Revista
Internacional Euromoney le otorgó al hijo de papi Cárdenas el premio de
Ministro de Finanzas del Año 2015, con el argumento de “la preparación
económica que ha tenido Colombia para sobrellevar los choques externos que han
golpeado a los mercados emergentes, así como por el sólido manejo fiscal de la
economía colombiana y el buen posicionamiento de Colombia ante inversionistas y
mercados internacionales”.
Mientras tanto, los hospitales públicos siguen
quebrados, las carreteras atrasadas veinte años, la mayor parte de la población
rural sin agua potable, las universidades en déficit, el sector rural
completamente abandonado y así sucesivamente, el cúmulo de necesidades sociales
aún pendientes de resolver siempre con
el argumento de que no hay recursos, cuando la verdad viene desde la Ley 51 de
1990 que modificó la estructura de financiamiento del Estado, que fue agravada
en 1991 cuando le quitaron al gobierno la potestad de imprimir dinero, y así
las finanzas públicas quedaron de rodillas bajo las imposiciones del
capitalismo financiero internacional, que no es desagradecido, como podemos ver
ahora cuando le otorga el premio al Ministro Cárdenas.
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