miércoles, 4 de marzo de 2015

EL CRIMEN DE LA DEMOCRACIA

Se fue un error en el artículo de la semana pasada en esta columna, cuando señalaba el nombre del régimen político creado hace más de dos siglos al que se le llamó “Democracia Representativa”, que a finales del siglo pasado se modificó por el de “Democracia Participativa” para ajustar sus características a las condiciones del nuevo tipo de Estado, cuando se pasó del Modelo Burocrático del Estado Moderno al Modelo Gerencial del Estado Postmoderno. Se dijo que los procesos políticos mejorarían y que el pueblo iba a ser beneficiado por la ampliación de los escenarios de participación.

En 1987, por ejemplo, cuando se estableció la elección popular de alcaldes, el cambio se le vendió a la opinión pública con el argumento de que era para acercarse a la “democracia directa” de los griegos, con lo cual el mismo pueblo podría determinar quién sería el gobernante local. No obstante hoy, a casi tres décadas de vida de dicho mecanismo político, hacemos el balance y vemos que en lugar de fortalecer la capacidad del elector primario para definir sus gobernantes, lo que se ha fortalecido en la mayoría de municipios de Colombia son las mafias locales, legales e ilegales, que colocan el alcalde. Son élites de poder que utilizando métodos y procedimientos propios del bajo mundo, realizan todo tipo de acciones para lograr “la elección” en el cargo de su ficha que luego presionan para sus propios intereses. Van desde el pago a corruptos funcionarios de la Registraduría para que alteren los resultados, hasta la compra de votos en la calle con dinero en efectivo.

Hasta ahí es la práctica normal de la democracia colombiana por lo cual no hay motivo de extrañarse. Pero en este año ha aparecido un nuevo atributo para el régimen: en el Municipio de Cali le llegó una amenaza de muerte al Padre Edilson Huérfano Ordóñez, un sacerdote ortodoxo quien después de varios años de trabajar mano a mano con los grupos juveniles de los barrios populares, las mismas comunidades le han impulsado para que aspire a ser elegido como Alcalde de Cali. Por supuesto, esa candidatura que emergió, esa sí, de las bases populares ha venido tomando fuerza entre los ciudadanos que están cansados del manejo que las élites electoreras tradicionales le han dado a la administración municipal, por lo cual este candidato se ha convertido en una amenaza para la continuidad de sus maniobras.

Ahora recurren al terror y al amedrentamiento en contra de la vida, como mecanismo para competir contra sus rivales y como puede ser una simple acción de presión para que renuncie a la candidatura, también puede ser cierto que ejecuten su tenebrosa amenaza y entonces quede “institucionalizado” en el régimen político nacional la costumbre de derrotar a los candidatos rivales utilizando el crimen de la democracia. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario