Durante las
administraciones de Duque, Maya y Dorado, la corporación autónoma CRC, al
detectar que en la zona andina del departamento se estaban talando cerca de
doce millones de árboles al año para uso en leña principalmente y también para
ampliar la frontera agropecuaria incluyendo los cultivos de uso ilícito, diseñó
y puso en marcha una estrategia tendiente a neutralizar los impactos
socioeconómicos de esta presión antrópica. La estrategia de largo plazo incluía
tres programas tácticos, dos de ellos en infraestructura y uno en
superestructura, a través de los cuales se lograrían las metas para aproximar
el objetivo. La meta era que en 2005, o sea con un horizonte de doce años, se
estaría sembrando aproximadamente 12 millones de palos para, al menos, reponer
la cantidad anual talada.
Una primera acción táctica
era la de instalar la capacidad de producción del material de siembra, que en
esa época sólo alcanzaba las 600 mil plántulas al año, o sea un déficit de 11.4
millones de plántulas; la segunda era de la de adoptar los paquetes
tecnológicos adecuados para la intervención agropecuaria y de silvicultura y la
tercera la organización e intervención integral y holística de las comunidades
con el acompañamiento de los organismos del Estado, para realizar los proyectos
inherentes al propósito. El primer programa era el de crear al menos 200
viveros veredales y municipales, el segundo era el de crear seis centros de
validación y difusión tecnológica y el tercero el de organizar el manejo de
microcuencas con una meta para el 2005 de cincuenta.
Apenas se habían instalado
algo así como una docena de viveros, se había construido dos centros de
tecnología (La Fonda Patía y cabecera de Bolívar) y se habían intervenido una
decena de microcuencas, entre ellas la del río Mazamorras, cuando la CRC cayó
en manos del nefasto politiquero Larry Olmedo Guerrero, quien, de un tajo, cercenó la estrategia técnicamente
implementada y colocó la corporación al más vulgar servicio politiquero de su
protector Chaux.
De no
haber ocurrido esta tragedia institucional en la CRC por allá en 1994,
probablemente desde el 2005 se estaría reponiendo la cobertura arrasada y hoy
el objetivo de conservación de los ecosistemas en el cordón magistral de la
cordillera se estaría acercando y seguramente, no hubiera ocurrido todavía la
tragedia ambiental de este mes, e igualmente, no se estaría dejando a Cali sin
agua cada que llueve en la parte alta del río Palo. Tardó veinte años la
naturaleza en pasar la cuenta de cobro, con la ocurrencia de un fenómeno que ya
desde tiempo atrás se sabía que iba a suceder, por lo cual se debe tomar como
una lección para aprender de modo que no vuelva a ocurrir otro fenómeno como
este de la crónica anunciada de Sambingo y Mazamorras.
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