La historia del fútbol colombiano comienza una nueva era,
la cual se produce justamente, cuando el mundo avanza en la globalización
económica y cultural por lo cual se permite utilizar términos como
competitividad, apertura de mercados, exportación de talentos, inserción del
país en el mercado global y otros conceptos asociados al lenguaje que hoy es común
en la opinión pública. Hacia adelante, Colombia debe estar presente en todos
los mundiales; y en el mercado europeo de futbolistas, como se desea también en
el mercado de bienes y servicios, debe haber alta presencia de los “productos”
colombianos.
Después de lo ocurrido a raíz del evento en Brasil, no se
puede negar la importancia de este deporte para la sociedad colombiana y lo que
puede generar la participación nacional en las competencias internacionales.
Siendo así, el Estado debe adoptar una política seria y consecuente para el
deporte en general y el fútbol en particular, que vaya más allá de los simples
servicios para el entretenimiento de la población. El fútbol tiene la
característica de los bienes públicos y la selección propicia un fenómeno
sociológico que merece la debida atención del gobierno. Un futuro promisorio
con beneficios económicos y sociales de gran alcance, no puede dejarse en manos
de los clubes que participan en la liga nacional; pues el fútbol profesional
está en manos de los mercaderes de derechos deportivos que sólo buscan llenarse
sus bolsillos con las comisiones y sin importarles el interés general, han
reducido este deporte a un negocio de lucro individual.
Coldeportes debe incentivar, estimular y financiar
masivamente las escuelas de formación deportiva, para que estas se conviertan
en los principales proveedores de jugadores de las ligas europeas. El país debe
ganar credibilidad y competitividad para no seguir con el esquema comercial de hoy
en que primero el joven talento va a Argentina para luego llegar a los clubes
europeos. Pero tampoco debe ser desde los clubes del rentado nacional desde
donde se remitan los talentos nacionales. Algún mecanismo institucional debe
existir para lograr el sano propósito y con beneficio social, el cual debe
estar contemplado en la política pública que se adopte.
Sin
que el país se lo hubiera propuesto, surge una oportunidad en el DOFA nacional
que el país debe aprovechar, por lo cual tanto el gobierno nacional como los
gobiernos territoriales, tienen gran responsabilidad, para ver si este deporte
que se está torciendo, se endereza y se puede volver a los estadios sin el
temor de que las barras bravas mal educadas cometan toda clase de vandalismos y
más bien, que la práctica deportiva en su conjunto, se oriente con base en los
cánones que exige la globalización del fútbol.
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