Al comienzo de esta
semana y tal como es ya costumbre, el DANE publicó los resultados del estudio
sobre desempleo correspondientes al mes de febrero de 2014 y el gobierno, ni
corto ni perezoso, salió a los medios a festejar, porque este año es menor que
el año pasado. Conveniente por su puesto en la campaña de reelección, pues se
anunció que dicha tasa en ese mes había sido del 10.7 % mientras que el año
anterior en este mismo mes había sido del 11.8 %.
Según el organismo
de estadística, la construcción fue el sector que más contribuyó a mejorar la
tasa, lo cual no es satisfactorio por cuanto esos empleos duran hasta que se
termine la obra y luego, nuevamente los trabajadores al asfalto. Pero lo más
grave es la participación de los sectores terciarios en la generación de
puestos de trabajo, que aunque sean de baja calidad, el DANE les llama empleos.
Dice el informe que el comercio, los restaurantes y los hoteles contribuyen con
el 27.7 % siendo este grupo el de mayor participación. Nos recuerda entonces
las frases del economista egipcio Samir Amín, quien en uno de sus más
importantes libros señala que uno de los cuellos de botella que tienen los
países subdesarrollados para salir del atraso es la hipertrofia del sector terciario,
que conlleva el gran peso de la carga de los sectores improductivos que debe
soportar el aparato productivo impidiendo su fortalecimiento.
Los datos entonces
son para preocuparse más que para celebrar; pues significa que cada vez se
aproxima el día que el aparato productivo colapse del todo y entonces la crisis
será fatal. Los síntomas en el sector agropecuario se reiteran desde el año
pasado y la industria sigue su camino de desecamiento, que se agudiza con el
tendencial proceso de revaluación, que en las últimas semanas tuvo un respiro, pero
nuevamente ha vuelto a caer en los bajos niveles del precio del dólar.
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