Graves
efectos han aparecido en la economía por motivo del covid-19, llevando la
situación a un estado de decaimiento alarmante, donde, por el lado de la fuerza
de trabajo, el desempleo abierto está cerca del 20 % y sumando el desempleo
disfrazado y el subempleo, la cifra debe estar por encima del 50 %, con graves
impactos en la situación social. Por el lado de los medios de producción,
varios sectores de la economía están cerrados con alta magnitud de lucro
cesante y caída estruendosa de los ingresos empresariales. Por todo ello,
Uribe, Vargas y otros personajes amigos del gobierno, han lanzado sus
iniciativas y propuestas para la reactivación de la economía.
En
concordancia con los postulados neoliberales que profesan, los adalides del
régimen han concentrado su propuesta en el lado de la oferta, sobre la base de
que el alivio en los costos de operación motiva la dinámica empresarial y con
ello la economía volverá a los cauces normales, para lo cual proponen alivios
tributarios, incentivos monetarios y, principalmente, garrote para el factor
trabajo, disminuyendo los factores de salario, que constituyen los ingresos
familiares y contribuyen al aumento de la demanda en el mercado de bienes de consumo.
Por otro lado, está el enfoque que considera la demanda agregada como el
principal factor de reactivación, sobre la base de que las empresas se motivan si
tienen compradores y la generación de empleo se convierte en un factor de
incremento de la demanda por aquello del dinero circulado en manos de los
consumidores, retroalimentando así el proceso con un mecanismo de círculo
acumulativo.
Se trata
entonces de adoptar una política con las medidas pertinentes, para lo cual se
debe utilizar cualquiera de los dos argumentos, el de la oferta o el de la
demanda. Pero, habría que determinar cuál enfoque es más eficaz, de acuerdo a
las leyes del mercado, que es quien en últimas, define la situación. Pero si la
medida se basa, no en las condiciones objetivas del sistema económico sino en
intereses creados para élites económicas, el remedio sale peor que la
enfermedad.
La historia
económica demuestra que el enfoque keynesiano sobre la demanda agregada, ha
sido eficaz en la reactivación económica, por la lógica sencilla que encierra,
como se anotó en las líneas anteriores. Las empresas se dinamizan si tienen
quien les compre sus productos, por lo cual, no es sacrificando a los
trabajadores como se logra el propósito, más en Colombia donde, desde la
primera década de este siglo, se demostró que el recorte de los beneficios al
trabajador no propicia la creación de empleo, porque esto no motiva la dinámica
empresarial.
Así
que toca utilizar la alternativa de demanda para propiciar la reactivación, la
que cuenta con dos recursos: por un lado aumentar el gasto público y por otro
lado disminuir las importaciones de productos que se producen en el país. Lo
malo es que ambas medidas van en contra de las políticas neoliberales y por eso
la gran dificultad para implementarlas. Más cuando el gobierno ya no tiene la
facultad de emitir dinero, por una parte, y cuando existen los acuerdos con la
OMC que restan capacidad al Estado para intervenir en las operaciones de
comercio exterior, ahora agravadas con los TLC. Entonces, las medidas existen,
son viables y eficaces; pero el modelo neoliberal que impera en Colombia, es un
impedimento para aplicar la adecuada alternativa para la reactivación
económica.
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