jueves, 18 de junio de 2020

LOS TEMAS DE LA AGENDA PÚBLICA

La ciudad de Bizancio durante muchos años fue la gran capital del cristianismo, en época en que este pensamiento no solo era religioso sino político, localidad que luego tuvo otros nombres hasta el de hoy que se llama Estambul y queda en Turquía. Cuenta la leyenda, que un día de mayo de 1453, los grandes pensadores y los actores principales del gobierno de la ciudad, se trenzaban en profundas disquisiciones teóricas y detallados debates acerca de cuál sería el sexo de los ángeles que hasta ese momento las escrituras no había aclarado, por lo cual no se sabía si eran hombres o mujeres, mientras las tropas turcas llegaban a sus puertas para invadirla y tomar posesión del territorio. Pero para ellos, más importante era el sexo de los ángeles. De hecho, desde ese entonces y después de haber pertenecido a Grecia, al Imperio Otomano y al Imperio Romano de Oriente, es parte de la dominación turca como hoy, que pertenece a Turquía.

A raíz de ese episodio histórico se ha generalizado el término de las discusiones bizantinas, cuando la comunidad afronta serios problemas o están en la agenda de gobierno importantes temas de carácter público, pero en los centros de decisión para resolver los asuntos políticos, le dedican tiempo y desgaste a temas intrascendentes o que distraen el análisis de los temas verdaderamente importantes, como la simbología del carriel y su institucionalidad o la fijación de una pintura en el muro de una edificación emblemática de la ciudad.

Este no es tiempo para dedicarle tiempo a la discusión sobre el sexo de los ángeles, cuando la incertidumbre pesa sobre el devenir histórico de la nación y el territorio. Por ejemplo, la opinión pública no sabe la verdad sobre el 5G ni sobre los efectos del Nuevo Orden Mundial, en caso que se logre implantar, o de la Nueva Ruta de la Seda, si es que la geopolítica se resuelve por este otro lado. Se sabe que se requiere un nuevo modelo de desarrollo regional y local, pero no se ha trabajado en el diseño del mismo. Los planes de desarrollo territorial que se acaban ser aprobados con horizonte al 2023, desde ya nacieron anacrónicos, por lo que es necesario definir los términos de su ejecución y los enfoques que debe tomar la gestión pública territorial para asumir su responsabilidad en materia de conducción de los procesos sociales, económicos e institucionales.

Es necesario por lo tanto, definir la nueva agenda pública con participación y compromiso de todos los actores sociales, iniciando con las reflexiones y análisis de los diferentes problemas y necesidades colectivas, económicas, sociales e institucionales, implementando dinámicas pertinentes, con dotación de las herramientas técnicas que las circunstancias exigen y que hoy están condicionadas a los mecanismos de comunicación e interacción social que las restricciones en la movilidad imponen. Pero dónde está el liderazgo necesario, como lo exigen siempre los grandes cambios sociales??

La comunidad nacional y las comunidades regionales y locales están a la deriva. Las acciones gubernamentales están dedicadas a la atención de la emergencia para disminuir la diseminación del virus y atendiendo situaciones de calamidad doméstica, pero no se aprecia el establecimiento de proceso y mecanismos de acción social realistas y eficaces sobre el futuro inmediato; pues lo único que vemos son foros y botadas de corriente por las plataformas de internet, protagonizadas por los expertos, que siempre surgen a última hora en situaciones similares y que se limitan a impartir recomendaciones que muchas veces ni siquiera son escuchadas; pero no se evidencia la implementación de estrategias de inmediato y corto plazo, que asuman con potencia y resolución la importancia de los temas de la agenda pública. 

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