miércoles, 15 de enero de 2020

LA AUTONOMÍA DEL BANCO DE LA REPÚBLICA

La semana pasada la prensa criticaba al uribismo por querer tomarse la Junta Directiva del Banco de la República y afirmaba que el propósito era el de llevar al nefasto Carrasquilla a la gerencia de ese organismo y que esa intensión atentaría contra la autonomía del Banco, en contra del espíritu de la Constitución Política. Pero no hay tal. Uribe puede colocar todos los miembros de la Junta y tener la unanimidad para las grandes decisiones monetarias, pero por encima del expresidente está Rothschild, la familia que domina el campo monetario en el mundo occidental, exceptuando a Irán, cuyo banco central no se ha dejado meter en el redil.

Quizá el más importante logro del Capitalismo Financiero Internacional en 1991 fue precisamente ese, el de imponer la supuesta y engañosa autonomía del B. de la R., arrebatando el organismo de las manos del presidente de la república para colocarlo de rodillas ante los designios del Banco de Pagos Internacionales (BPI) con sede en Basilea Suiza y que hoy controla la familia Rothschild. Así que aunque se tenga la unanimidad en la Junta los compromisos internacionales y los mecanismos operativos de las relaciones con el BPI no se pueden romper por capricho de un senador colombiano.

El BPI fue creado en 1930 entre Inglaterra y Alemania con el fin de canalizar por dicho organismo las indemnizaciones que Alemania debía pagar a los países que había afectado en la Primera Guerra Mundial; luego, el presidente Roosevelt quiso acabarlo por recomendación de la conferencia de Bretton Woods de 1944, pero finalmente se quedó vivo y cuando se impuso en el mundo el esquema del capitalismo rentista con sustentación conceptual neoliberal, por el contrario, dicho banco se fortaleció hasta llegar a lo que es hoy.

El BPI no maneja sus fondos en dólares sino en Derechos Especiales de Giro (DEG), una unidad monetaria creada por el Fondo Monetario Internacional como activo para brindar respaldo a los países con debilidad en sus reservas internacionales, de modo que el FMI operaba como fiador en la realización de pagos internacionales, para brindar seguridad a los acreedores de los países beneficiarios del apoyo del fondo. Ahora, al BPI están afiliados sesenta bancos centrales del occidente, de manera que la injerencia del organismo ocurre en casi todo el mundo capitalista; pero mantiene bajo perfil ante la opinión pública internacional donde sus tentáculos actúan por debajo de cuerda y los beneficiados son los seis países, justo donde la familia Rothschild ejerce su dominación financiera: Alemania, Bélgica, Estados Unidos, Francia, Italia y el Reino Unido.

Por tales motivos, el banco central que otrora era un instrumento para ejercer la soberanía nacional en el campo económico, complementaria a la soberanía en el campo político que ejerce a través de las fuerzas armadas, ya no es un instrumento para utilizar en beneficio de la población y con ello el medio adecuado para ejecutar las políticas macroeconómicas en beneficio del desarrollo del país. Ahora es un organismo para someter la economía a los intereses del capitalismo financiero internacional, independientemente de los requerimientos de la economía interna. Por eso su objetivo principal es frenar la inflación y sacrificar el empleo porque el propósito privilegiado es mantener la ecuación monetaria en los papeles de deuda que emite el Estado y no la satisfacción de las necesidades sociales, dejando por eso muy en duda, la autonomía del Banco de la República. 

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