La semana
pasada la prensa criticaba al uribismo por querer tomarse la Junta Directiva
del Banco de la República y afirmaba que el propósito era el de llevar al
nefasto Carrasquilla a la gerencia de ese organismo y que esa intensión
atentaría contra la autonomía del Banco, en contra del espíritu de la
Constitución Política. Pero no hay tal. Uribe puede colocar todos los miembros
de la Junta y tener la unanimidad para las grandes decisiones monetarias, pero
por encima del expresidente está Rothschild, la familia que domina el campo
monetario en el mundo occidental, exceptuando a Irán, cuyo banco central no se
ha dejado meter en el redil.
Quizá el más
importante logro del Capitalismo Financiero Internacional en 1991 fue
precisamente ese, el de imponer la supuesta y engañosa autonomía del B. de la
R., arrebatando el organismo de las manos del presidente de la república para
colocarlo de rodillas ante los designios del Banco de Pagos Internacionales (BPI)
con sede en Basilea Suiza y que hoy controla la familia Rothschild. Así que
aunque se tenga la unanimidad en la Junta los compromisos internacionales y los
mecanismos operativos de las relaciones con el BPI no se pueden romper por
capricho de un senador colombiano.
El BPI fue
creado en 1930 entre Inglaterra y Alemania con el fin de canalizar por dicho
organismo las indemnizaciones que Alemania debía pagar a los países que había
afectado en la Primera Guerra Mundial; luego, el presidente Roosevelt quiso
acabarlo por recomendación de la conferencia de Bretton Woods de 1944, pero
finalmente se quedó vivo y cuando se impuso en el mundo el esquema del
capitalismo rentista con sustentación conceptual neoliberal, por el contrario,
dicho banco se fortaleció hasta llegar a lo que es hoy.
El BPI no
maneja sus fondos en dólares sino en Derechos Especiales de Giro (DEG), una
unidad monetaria creada por el Fondo Monetario Internacional como activo para
brindar respaldo a los países con debilidad en sus reservas internacionales, de
modo que el FMI operaba como fiador en la realización de pagos internacionales,
para brindar seguridad a los acreedores de los países beneficiarios del apoyo
del fondo. Ahora, al BPI están afiliados sesenta bancos centrales del occidente,
de manera que la injerencia del organismo ocurre en casi todo el mundo
capitalista; pero mantiene bajo perfil ante la opinión pública internacional
donde sus tentáculos actúan por debajo de cuerda y los beneficiados son los
seis países, justo donde la familia Rothschild ejerce su dominación financiera:
Alemania, Bélgica, Estados Unidos, Francia, Italia y el Reino Unido.
Por
tales motivos, el banco central que otrora era un instrumento para ejercer la
soberanía nacional en el campo económico, complementaria a la soberanía en el
campo político que ejerce a través de las fuerzas armadas, ya no es un
instrumento para utilizar en beneficio de la población y con ello el medio
adecuado para ejecutar las políticas macroeconómicas en beneficio del
desarrollo del país. Ahora es un organismo para someter la economía a los
intereses del capitalismo financiero internacional, independientemente de los
requerimientos de la economía interna. Por eso su objetivo principal es frenar
la inflación y sacrificar el empleo porque el propósito privilegiado es
mantener la ecuación monetaria en los papeles de deuda que emite el Estado y no
la satisfacción de las necesidades sociales, dejando por eso muy en duda, la
autonomía del Banco de la República.
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