Sin duda,
el tema público que ha ganado la primera línea en la opinión durante los
últimos días es el de la marcha de protesta convocada por los sindicatos y los
estudiantes para este jueves 21 de noviembre. Por supuesto que las marchas y
las manifestaciones de protesta por lo general no pasan de ser como saludos a
la bandera, porque al día siguiente todo sigue igual, ya que la movilización
social propiamente eficaz y efectiva, es la del día de las elecciones, si se
eligen congresistas honestos y que voten a favor o en contra de los proyectos
de ley, motivados por el bien común y el interés general, no como ocurre hoy,
que los galafardos del congreso votan según las coimas que les pagan los
lobistas o la mermelada que el gobierno les suministra.
De todos
modos, en el caso de la convocatoria de la presente semana, se ha visto gran
acogida y el respaldo con el pensamiento de la ciudadanía es masivo. Falta ver
si ese pensamiento se traduce en acciones reales y si la gente finalmente acude
a las concentraciones convocadas. Tanto ha sido el apoyo moral a la marcha que
el gobierno está asustado y con ello basta, aunque la gente no marche.
El
principal propósito que se está alcanzando es el de que la elite de poder
actual, que se concentra básicamente en el uribismo, se entere que la gran
mayoría de los colombianos no está con ellos. Que ya no tienen el respaldo
masivo de la ciudadanía, que anteriormente habían logrado con mentiras, engaños
y propaganda sucia. Esos métodos inmorales los pueden aplicar una o dos veces,
pero no más. A pesar de que esta vez también están difundiendo mensajes
terroristas para timar a la opinión pública y contrarrestar el ímpetu de la
marcha, ya pocos les creen.
Le realidad
es que el descontento generalizado frente a la situación socioeconómica del
país, rebosó la copa y aunque la gente no vaya a la calle, ya se ha evidenciado
que la comunidad nacional no aguanta más. Probablemente el ejemplo de Chile ha
sido ilustrativo y motivacional, o simplemente las vivencias en carne propia
han hecho reaccionar a la gente. El desempleo, que sumando el abierto, subempleo
y el disfrazado, llega casi al 50 % y el desmejoramiento de las condiciones de
vida familiar que esto arrastra, más las consecuencias en el costo de vida
derivadas de la privatización de los bienes públicos y la importación de
artículos de consumo por el desecamiento del aparato productivo, ya está
ahogando a la mayor parte de las familias de ingresos bajos y medios. Con el
agravante de que la esperanza en el Estado, que toda sociedad tiene para que le
brinde protección, en Colombia no opera porque el Estado ha abandonado al
pueblo y se ha dedicado solo a pagar las deudas a los especuladores
internacionales del dinero en lugar de atender el gasto social.
Con la
sola convocatoria a la marcha ya el gobierno y las élites de poder están
enterados. Están suficientemente ilustrados en que las políticas neoliberales
que aplican desde el gobierno ya, y después de un cuarto de siglo, han agotado
la paciencia de la gente y la capacidad de resistencia de la vida humana está
saturada, por lo que pronto puede direccionarse el proceso, hacia un cambio
profundo en las estructuras del Estado y el ordenamiento institucional del
país, de manera que con esa situación en la esfera mental, por ahora es
suficiente para declarar el objetivo logrado.
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