martes, 19 de noviembre de 2019

EL OBJETIVO LOGRADO

Sin duda, el tema público que ha ganado la primera línea en la opinión durante los últimos días es el de la marcha de protesta convocada por los sindicatos y los estudiantes para este jueves 21 de noviembre. Por supuesto que las marchas y las manifestaciones de protesta por lo general no pasan de ser como saludos a la bandera, porque al día siguiente todo sigue igual, ya que la movilización social propiamente eficaz y efectiva, es la del día de las elecciones, si se eligen congresistas honestos y que voten a favor o en contra de los proyectos de ley, motivados por el bien común y el interés general, no como ocurre hoy, que los galafardos del congreso votan según las coimas que les pagan los lobistas o la mermelada que el gobierno les suministra.

De todos modos, en el caso de la convocatoria de la presente semana, se ha visto gran acogida y el respaldo con el pensamiento de la ciudadanía es masivo. Falta ver si ese pensamiento se traduce en acciones reales y si la gente finalmente acude a las concentraciones convocadas. Tanto ha sido el apoyo moral a la marcha que el gobierno está asustado y con ello basta, aunque la gente no marche.

El principal propósito que se está alcanzando es el de que la elite de poder actual, que se concentra básicamente en el uribismo, se entere que la gran mayoría de los colombianos no está con ellos. Que ya no tienen el respaldo masivo de la ciudadanía, que anteriormente habían logrado con mentiras, engaños y propaganda sucia. Esos métodos inmorales los pueden aplicar una o dos veces, pero no más. A pesar de que esta vez también están difundiendo mensajes terroristas para timar a la opinión pública y contrarrestar el ímpetu de la marcha, ya pocos les creen.

Le realidad es que el descontento generalizado frente a la situación socioeconómica del país, rebosó la copa y aunque la gente no vaya a la calle, ya se ha evidenciado que la comunidad nacional no aguanta más. Probablemente el ejemplo de Chile ha sido ilustrativo y motivacional, o simplemente las vivencias en carne propia han hecho reaccionar a la gente. El desempleo, que sumando el abierto, subempleo y el disfrazado, llega casi al 50 % y el desmejoramiento de las condiciones de vida familiar que esto arrastra, más las consecuencias en el costo de vida derivadas de la privatización de los bienes públicos y la importación de artículos de consumo por el desecamiento del aparato productivo, ya está ahogando a la mayor parte de las familias de ingresos bajos y medios. Con el agravante de que la esperanza en el Estado, que toda sociedad tiene para que le brinde protección, en Colombia no opera porque el Estado ha abandonado al pueblo y se ha dedicado solo a pagar las deudas a los especuladores internacionales del dinero en lugar de atender el gasto social.

Con la sola convocatoria a la marcha ya el gobierno y las élites de poder están enterados. Están suficientemente ilustrados en que las políticas neoliberales que aplican desde el gobierno ya, y después de un cuarto de siglo, han agotado la paciencia de la gente y la capacidad de resistencia de la vida humana está saturada, por lo que pronto puede direccionarse el proceso, hacia un cambio profundo en las estructuras del Estado y el ordenamiento institucional del país, de manera que con esa situación en la esfera mental, por ahora es suficiente para declarar el objetivo logrado. 

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