martes, 8 de octubre de 2019

TRASCENDENCIA DEL ESTILO DE DESARROLLO


Se ha generalizado en la opinión pública, sobre todo por razones políticas, que en el mundo existen dos sistemas económicos, el capitalismo y el socialismo, los cuales difieren por motivo del mecanismo que determina su funcionamiento; el capitalismo funciona por el mercado y el socialismo por la planificación.

Lo cierto es que la historia nos muestra que el sistema planificado no es eficaz; puede ser que alivie las desigualdades sociales, pero no contiene el mecanismo apropiado para dinamizar y fortalecer el aparato productivo de modo que responda adecuadamente frente a las exigencias de desarrollo tecnológico, la productividad y la competitividad. Por eso el debate político frente a los dos sistemas es baladí, por cuanto universalmente se ha reconocido que, definitivamente, se necesita el mercado para innovar, crecer y propiciar cambios cualitativos. Por ello, lo relevante no está en dicho mecanismo, sino en el papel del Estado como instrumento social regulador de la economía.

Ante ese debate, los analistas de la CEPAL introdujeron un concepto por allá en los años ochenta, que bien sirve para dilucidar el problema y resolver el tema del mecanismo de funcionamiento del sistema, el cual, acepta el mercado y reconoce su importante papel, pero propicia el cambio en las condiciones de vida como contraposición al llamado “capitalismo salvaje”, que deteriora la calidad de vida de las mayorías y los escenarios ambientales que reproducen las condiciones de vida. Osvaldo Súnkel, José Villamil, Jorge Graciarena pero principalmente Aníbal Pinto, definen el Estilo de Desarrollo como la forma o manera en que una sociedad organiza, asigna y maneja las fuerzas productivas, o sea los objetos, los medios y la fuerza de trabajo, para resolver los tres interrogantes básicos de la economía planteados por Samuelson, sobre: qué se produce, cómo se produce y para quién se produce. Así, mientras el sistema se determina por las relaciones sociales de producción, el “estilo” se define por las fuerzas productivas.

Hoy, cuando el debate político se ha revestido de acaloradas discusiones por dicho asunto, más cuando el alemán Heinz Dieterich Steffan propuso en 1996 su modelo de Socialismo del Siglo XXI, la propuesta de los cepalinos puede ser una alternativa importante para darle salida política al embrollo del sistema económico. El socialismo no cabe; ni el clásico de Lenin ni el del Siglo XXI. Pero tampoco se puede permitir que el capitalismo salvaje siga destruyendo los ecosistemas y la especie humana. Entonces se necesitan cambios, aun dentro del sistema de mercado, pero de todo modos, cambios; por lo cual el planteamiento sobre modificación del Estilo de Desarrollo, como lo define Pinto, es completamente sensato y viable.

Dichos cambios en el estilo significan cambios ideológicos y culturales, que neutralicen las características del actual estilo, que es transnacional y originario en los países del norte; además de cambios en el uso de la tecnología y otros aspectos inherentes al manejo económico, como el tipo de empresas, los criterios de evaluación y por supuesto, el concepto mismo de desarrollo. Siendo absolutamente relevante y consecuencial a los ajustes en la economía, el cambio en el trato que se le concede al medio ambiente, que en el Estilo Transnacional dominante, es deteriorativo y destructor de las condiciones de vida de la especie. Muy poco se ha hablado de este tema por cuando el debate gira siempre en torno al sistema económico, pero es muy importante reconocer la trascendencia del Estilo de Desarrollo.

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