martes, 15 de octubre de 2019

EL MITO DEL CAPITAL

Desde el inicio del sistema capitalista, por allá en el siglo 18, los teóricos definieron dos, como los factores determinantes de la economía, a los cuales también se les sumó la tierra para completar tres; pero los susceptibles de manejar deliberadamente a través de políticas, son el capital y el trabajo. Desde entonces, el juicio en las políticas económicas se concentra en establecer a cuál de los dos se le conceden los privilegios. Por supuesto, como el Estado siempre ha estado en manos del factor capital, las políticas han favorecido a este factor y salvo en contadas excepciones, conceden beneficios al factor trabajo, casi siempre, porque la protesta social ha llevado a esta decisión.      

El argumento central para la definición de políticas siempre ha sido el mismo: que los capitalistas le hacen un favor a la sociedad porque sin este factor no hay empleo ni progreso. O sea la sociedad salió a deberles. Sin embargo tendríamos que detenernos a reflexionar en este argumento por dos razones fundamentales: una, porque ahí cabe la pregunta de si es primero el huevo o la gallina; y dos, porque también cabe la pregunta sobre qué es lo principal, si el elemento vivo o el elemento inerte.

Desde la época del pensamiento clásico se dijo que la única fuerza que crea valor en una sociedad es el trabajo humano, o sea que sin éste, no existiría el capital. Ya desde los griegos de Aristóteles esto se había señalado         . De otro lado, la fuerza que tiene vida es el trabajo mientras que el capital es un elemento muerto. Por sí solo no dinamiza procesos.

Qué pueden hacer los capitalistas con sus activos, si no están presente los trabajadores que los muevan?? De hecho, hoy con tanta acumulación de capital en Norteamérica y Europa, fruto del empobrecimiento del resto del mundo, los ricos están atesorando en lingotes de oro, porque ya no saben qué hacer con su capital. Lo mismo le ocurre a usted, cuando tienen un capital y quiere hacer un negocio, pero no encuentra los trabajadores para el efecto. En cambio, una persona sin capital dinero pero dotada de capital humano, se rebusca y a partir de las horas de trabajo, puede generar ingresos y acumular activos. Es el trabajo el factor que permite dinamizar los procesos de utilización del capital y no al revés.

Entonces no hay tal que el capital le hace un favor a la sociedad y que por esta razón las políticas deben favorecer este factor. Es al contrario. Por eso, el argumento central de la Ley de Financiamiento, que fue concebida para favorecer al capital con el pretexto engañoso de que era para generar empleo, se cae por su propio peso. Las estructuras tributarias que privilegian el capital, por el contrario, propician más el estancamiento económico por cuanto, no debe concebirse un Estado que se alimente de los impuestos a los pobres, estos que no tienen dinero para pagar. Los impuestos a los consumidores reducen más la demanda agregada y con ello la base tributaria; mientras los capitalistas, en su mayoría extranjeros, se llevan sus utilidades para el país de origen vaciando cada vez más las arcas nacionales.

Que no amenacen, ni se quejen, ni hagan chantajes los capitalistas con el falaz argumento que la vida social depende de ellos, porque la historia económica muestra que es la fuerza de trabajo la que crea el valor y que esta puede, sin capital, dinamizar procesos productivos, más cuando en Colombia existe tanta dotación de recursos naturales para aprovechar. La razón es entonces, de carácter político y no técnico. Es porque los grupos de poder prefieren favorecer deliberadamente a los ricos y no porque sus argumentos sean ciertos, que hoy han creado y difundido el mito del capital.   

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