Desde el
inicio del sistema capitalista, por allá en el siglo 18, los teóricos
definieron dos, como los factores determinantes de la economía, a los cuales
también se les sumó la tierra para completar tres; pero los susceptibles de
manejar deliberadamente a través de políticas, son el capital y el trabajo.
Desde entonces, el juicio en las políticas económicas se concentra en
establecer a cuál de los dos se le conceden los privilegios. Por supuesto, como
el Estado siempre ha estado en manos del factor capital, las políticas han
favorecido a este factor y salvo en contadas excepciones, conceden beneficios
al factor trabajo, casi siempre, porque la protesta social ha llevado a esta
decisión.
El
argumento central para la definición de políticas siempre ha sido el mismo: que
los capitalistas le hacen un favor a la sociedad porque sin este factor no hay
empleo ni progreso. O sea la sociedad salió a deberles. Sin embargo tendríamos
que detenernos a reflexionar en este argumento por dos razones fundamentales:
una, porque ahí cabe la pregunta de si es primero el huevo o la gallina; y dos,
porque también cabe la pregunta sobre qué es lo principal, si el elemento vivo o
el elemento inerte.
Desde la
época del pensamiento clásico se dijo que la única fuerza que crea valor en una
sociedad es el trabajo humano, o sea que sin éste, no existiría el capital. Ya desde
los griegos de Aristóteles esto se había señalado . De otro lado, la fuerza que tiene vida es el trabajo
mientras que el capital es un elemento muerto. Por sí solo no dinamiza
procesos.
Qué pueden
hacer los capitalistas con sus activos, si no están presente los trabajadores
que los muevan?? De hecho, hoy con tanta acumulación de capital en Norteamérica
y Europa, fruto del empobrecimiento del resto del mundo, los ricos están
atesorando en lingotes de oro, porque ya no saben qué hacer con su capital. Lo
mismo le ocurre a usted, cuando tienen un capital y quiere hacer un negocio,
pero no encuentra los trabajadores para el efecto. En cambio, una persona sin
capital dinero pero dotada de capital humano, se rebusca y a partir de las
horas de trabajo, puede generar ingresos y acumular activos. Es el trabajo el
factor que permite dinamizar los procesos de utilización del capital y no al
revés.
Entonces no
hay tal que el capital le hace un favor a la sociedad y que por esta razón las
políticas deben favorecer este factor. Es al contrario. Por eso, el argumento
central de la Ley de Financiamiento, que fue concebida para favorecer al
capital con el pretexto engañoso de que era para generar empleo, se cae por su
propio peso. Las estructuras tributarias que privilegian el capital, por el
contrario, propician más el estancamiento económico por cuanto, no debe
concebirse un Estado que se alimente de los impuestos a los pobres, estos que
no tienen dinero para pagar. Los impuestos a los consumidores reducen más la
demanda agregada y con ello la base tributaria; mientras los capitalistas, en
su mayoría extranjeros, se llevan sus utilidades para el país de origen
vaciando cada vez más las arcas nacionales.
Que no
amenacen, ni se quejen, ni hagan chantajes los capitalistas con el falaz
argumento que la vida social depende de ellos, porque la historia económica
muestra que es la fuerza de trabajo la que crea el valor y que esta puede, sin
capital, dinamizar procesos productivos, más cuando en Colombia existe tanta
dotación de recursos naturales para aprovechar. La razón es entonces, de
carácter político y no técnico. Es porque los grupos de poder prefieren
favorecer deliberadamente a los ricos y no porque sus argumentos sean ciertos,
que hoy han creado y difundido el mito del capital.
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