La
gran cantidad de fenómenos de protesta social que han ocurrido durante lo que
va corrido de este año 2019, no es gratuita. Es un síntoma de que se están daño
campanadas de alerta a la gran crisis que pronto afectará al modelo de
globalización financiera que lleva ya dominando al mundo tres décadas.
En
sus orígenes por allá en los años 30 y cuando se logró instaurar en el poder de
Estado por acá en los años 80, los promotores y beneficiarios del modelo creyeron
que el negocio era fácil: primero
estrangular los ingresos del Estado; luego sacarlo de la olla prestándole
dinero mediante la compra de papeles en el mercado de valores, para luego sí,
obligar al Estado a dedicarse cobrar impuestos para pagarles a ellos, los
promotores y beneficiarios del modelo, agrupados en los Fondos de Inversión. Complementariamente,
a que el organismo adoptara como política macroeconómica el freno a la
inflación para que sus ganancias obtenidas mediante papeles de renta fija no
fueran a afectarse y de paso para completar, a que las rentas provenientes de
la especulación monetaria no fueran gravadas con impuestos. Pensaron que el
Estado nunca quiebra de modo que el negocio es seguro.
Hoy
vemos la gran acumulación capitalista en el sector monetario y el desecamiento
del aparato productivo mundial. El FMI emite conceptos desalentadores sobre el
crecimiento de la economía mundial, a pesar de que la economía global se está
inflando, más que creciendo, por el desbalance entre el sector real y el
monetario, este último con grandes ahorros ociosos, que los tenedores,
principalmente los fondos, no saben qué hacer con ellos. Por ello la tasa de
interés ya está en cero en países de Norteamérica y Europa. Los excedentes son
cuantiosos y la oferta monetaria sobrepasa a la demanda para inversión, porque
el aparato productivo está disminuido. Estados Unidos se defiende, porque este
país es quien emite los dólares, no se sabe con qué respaldo, pero con la
aceptación del resto del mundo, aunque China y Rusia ya dijeron que no le jalan
más; pero los europeos, van para la olla.
Les
queda nuevamente, los Estados para colocar su capital. Pero la mayoría de
Estados, por no decir todos, ya están quebrados. En Europa, estos organismos ya
no aguantan más deuda porque sus ingresos fiscales no dan para pagar tanto. En
ese continente hay mucha acumulación en manos privadas, con proliferación de
magnates dedicados a sus excentricidades, a atesorar en lingotes de oro porque
ya no creen en el dinero y a consumir cocaína, pero los fiscos están en la
ruina porque la base tributaria está menguada, como resultado de los impactos
en el sector real de la economía.
Las
premoniciones de Nathan Hagens, Director del Instituto para el Estudio de la
Energía y Nuestro Futuro de USA, quien lanzó hace ya varios años su tesis sobre
el colapso financiero mundial, ya comenzaron a cumplirse y cuyos primeros
síntomas se aprecian en las manifestaciones de protesta de la gente que,
golpeada por los efectos sociales del modelo, sale a la calle a manifestar su
inconformidad. Y a pesar de los quites y esfuerzos que los organismos
financieros realizan para salvar el ordenamiento económico mundial, los
indicadores económicos, principalmente los de la balanza de pagos, están
anunciando la hora del cambio global.
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