martes, 12 de febrero de 2019

GOLPES AL CAUCA Y AL CAUCA

Claro que la disminución del caudal de Río Cauca, casi hasta llegar a cero aguas abajo de la presa de Hidroituango, sería transitorio, mientras llenaba el embalse. Pero los ecosistemas quedaron alterados y las consecuencias de aquí en adelante son impredecibles. No se sabe en esa mortandad de peces que otros organismos biológicos murieron y tampoco se sabe cómo se afectaron las interacciones de los distintos elementos bióticos y abióticos, no solo del cauce, sino también en la ronda del río hasta por lo menos los 30 metros a lado y lado de que habla la ley, para no extender el asunto, como si la naturaleza se sometiera a las ley. Igualmente, no se conoce a ciencia cierta los impactos en los otros dos subsistemas que conforman el sistema ambiental, como son el socioeconómico y el institucional, aunque ya se ha visto la afectación de las comunidades ribereñas, que son las principales protagonistas del subsistema socioeconómico.

Lo que está saliendo a flote es que al proyecto no tenía viabilidad técnica, ni viabilidad ambiental ni viabilidad social; y no sabemos si tendría viabilidad económica y viabilidad financiera, para opinar sobre todo el paquete del estudio de factibilidad. La deducción es entonces, que los gestores del proyecto se apresuraron a ejecutar las obras, más motivados por la celebración de los cuantiosos contratos, que siempre en Colombia conllevan coimas y tajadas, que por verdaderamente avanzar en el desarrollo del sector eléctrico del país. Tremendo porrazo al río Cauca.

Pero otro impacto al Cauca también le dieron las élites que desde hace más de medio siglo vienen manipulando el sector eléctrico de Colombia. Ya no al río, sino al departamento. Una vez determinaron la ejecución de Hidroituango, después de la separación de ISA e Isagen, según dijo el Gobernador de Antioquia en ese entonces, en 1997 se lanzaron con todo a la promoción y ejecución del proyecto, arrasando con todos los obstáculos que se atravesaron. Por el lado de las comunidades, que se opusieron a la obra, duros golpes fueron asestados según resultados de las investigaciones de los organismos judiciales. Y por arriba, por el centralismo bogotano, trascendentales decisiones se tomaron para despejar el camino. Y ahí, este territorio recibió también un porrazo.

En ese año de 1997, fue descartado definitivamente el proyecto hidroeléctrico Arrieros de Micay, que era un competidor. Con argumentos de carácter ambiental no muy convincentes, pues la cuenca del Micay ya estaba intervenida por fenómenos de colonización, cultivos de uso ilícito y corredores de grupos armados, a pesar de las bondades hidrológicas derivadas de la alta precipitación en la zona y de que aguas abajo la población no era significativa, el proyecto fue enterrado dejando sin competencia a Hidroituango y con ello la facilidad de canalizar todos los recursos del país hacia el de gestación de los antioqueños, que desde tiempo atrás vienen manejando a su antojo el sector eléctrico nacional. Todo proyecto hidroeléctrico genera impactos ambientales y probablemente la inundación de la biomasa de la cuenca del Micay hubiera sido de especial cuidado; pero según los acontecimientos a posteriori, casi podemos estar seguros que los impactos de Arrieros de Micay hubieran sido inferiores a los de Hidroituango o por lo menos, la mitigación hubiera sido menos onerosa. Y esto sin considerar el riesgo del derrumbe de la montaña con presa y todo que los expertos han planteado.

Pero probablemente el afán de celebrar los cuantiosos contratos de obra y mantener el control de este importante sector de la infraestructura, pudo más que los argumentos técnicos y por eso finalmente se terminó dando doble porrazo con golpes al Cauca y al Cauca.

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