Por allá en el siglo XIX surgió una teoría sociológica que definía el
devenir histórico de la humanidad en varias etapas comenzando con el Comunismo
Primitivo, que era el equivalente al paraíso terrenal al que se refiere la fe
católica, seguía el Esclavismo, luego el Feudalismo y más adelante el
Capitalismo. Era la época en que se vivía el pleno auge de la Era Victoriana en
Inglaterra y la consolidación del Capitalismo Industrial en el centro de
Europa, por lo que el análisis sociológico se basaba en la realidad que se
vivía en aquellos territorios. Continuaban los analistas afirmando que según el
comportamiento dialéctico de la sociedad, hacía el futuro seguirían las fases
del Socialismo y finalmente el Comunismo, un estadio donde no habría Estado y
la especie humana se regiría por la misma ley natural.
Lo que no se imaginaron los creadores de la teoría del Materialismo
Histórico, era que iba a surgir el Capitalismo Rentista a finales del siglo XX,
que se consolidaría en el siglo XXI y que, antes de pasar al Socialismo para
luego avanzar hacia el Comunismo, la especie humana se extinguiría como
consecuencia de los fenómenos económico, políticos e ideológicos, derivados de
esta modalidad de capitalismo, donde, gracias a la tecnología de la
microelectrónica, se ha logrado imponer el imperio de la globalización
financiera donde los poderes ya no son nacionales, sino mundiales y los
criterios con que se maneja la economía son absolutamente perversos. Nunca
pensaron los creadores de esta teoría sociológica que iba a surgir el Club Bilderberg
y el poderío de los grandes fondos de inversión con sus propósitos malignos donde
predominan los principios monetaristas de sus propios intereses y el desprecio
por el resto de la humanidad, de modo que nunca llegará ni el socialismo y por
supuesto, tampoco el comunismo, sino que la especie será destruida por el
Capitalismo Rentista.
La conversión del dinero en mercancía, el desecamiento del aparato
productivo mundial, el uso de los Estados como objeto de negocio, la reducción de
la economía solamente a la acumulación de capital financiero en manos de unos
pocos, pero sobre todo, la destrucción de las condiciones de vida en el
escenario ambiental, tal como lo señaló el Papa Francisco en su encíclica
Laudato Sí, son los principales argumentos para que algunos afirmen,
interpretando y proyectando la tendencia del último medio siglo, que a la
especie humana le queda vida solo para seis o siete generaciones más, lo que
significa que en el año 2200 ya no
estará sobre el globo terráqueo, esta especie humana que hoy existe.
Probablemente habrá otra especie viviente, pero con características biológicas,
anatómicas y fisiológicas distintas a las que tienen el homo sapiens actual.
Para
acabar de completar, los fondos de inversión que hoy controlan el mundo, son
manejados por personas cuya ideología sustentada en la posmodernidad, los hace
actuar con patrones mentales aberrantes, sobre el principio de que todos los
individuos humanos no son iguales, sino que existen castas superiores con el
derecho a los privilegios y a la vida misma y que el resto pueden ser tratados
legítimamente como escoria humana. Los grupos de poder mundial propician guerras,
tumban o ponen gobiernos, difunden enfermedades, controlan la rama judicial de
los Estados, manejan los medios de comunicación y en general los aparatos
ideológicos y a través de los organismos multilaterales, despliegan todo tipo
de acciones globales para mantener su dominación con una moral inhumana y una
ética sanguinaria, por lo cual desde noviembre de 1989 venimos ya en el proceso
histórico cuyo destino final no será otro que el fin de la humanidad.
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