martes, 10 de julio de 2018

EL FIN DE LA HUMANIDAD

Por allá en el siglo XIX surgió una teoría sociológica que definía el devenir histórico de la humanidad en varias etapas comenzando con el Comunismo Primitivo, que era el equivalente al paraíso terrenal al que se refiere la fe católica, seguía el Esclavismo, luego el Feudalismo y más adelante el Capitalismo. Era la época en que se vivía el pleno auge de la Era Victoriana en Inglaterra y la consolidación del Capitalismo Industrial en el centro de Europa, por lo que el análisis sociológico se basaba en la realidad que se vivía en aquellos territorios. Continuaban los analistas afirmando que según el comportamiento dialéctico de la sociedad, hacía el futuro seguirían las fases del Socialismo y finalmente el Comunismo, un estadio donde no habría Estado y la especie humana se regiría por la misma ley natural.

Lo que no se imaginaron los creadores de la teoría del Materialismo Histórico, era que iba a surgir el Capitalismo Rentista a finales del siglo XX, que se consolidaría en el siglo XXI y que, antes de pasar al Socialismo para luego avanzar hacia el Comunismo, la especie humana se extinguiría como consecuencia de los fenómenos económico, políticos e ideológicos, derivados de esta modalidad de capitalismo, donde, gracias a la tecnología de la microelectrónica, se ha logrado imponer el imperio de la globalización financiera donde los poderes ya no son nacionales, sino mundiales y los criterios con que se maneja la economía son absolutamente perversos. Nunca pensaron los creadores de esta teoría sociológica que iba a surgir el Club Bilderberg y el poderío de los grandes fondos de inversión con sus propósitos malignos donde predominan los principios monetaristas de sus propios intereses y el desprecio por el resto de la humanidad, de modo que nunca llegará ni el socialismo y por supuesto, tampoco el comunismo, sino que la especie será destruida por el Capitalismo Rentista.

La conversión del dinero en mercancía, el desecamiento del aparato productivo mundial, el uso de los Estados como objeto de negocio, la reducción de la economía solamente a la acumulación de capital financiero en manos de unos pocos, pero sobre todo, la destrucción de las condiciones de vida en el escenario ambiental, tal como lo señaló el Papa Francisco en su encíclica Laudato Sí, son los principales argumentos para que algunos afirmen, interpretando y proyectando la tendencia del último medio siglo, que a la especie humana le queda vida solo para seis o siete generaciones más, lo que significa que en el año 2200  ya no estará sobre el globo terráqueo, esta especie humana que hoy existe. Probablemente habrá otra especie viviente, pero con características biológicas, anatómicas y fisiológicas distintas a las que tienen el homo sapiens actual.

Para acabar de completar, los fondos de inversión que hoy controlan el mundo, son manejados por personas cuya ideología sustentada en la posmodernidad, los hace actuar con patrones mentales aberrantes, sobre el principio de que todos los individuos humanos no son iguales, sino que existen castas superiores con el derecho a los privilegios y a la vida misma y que el resto pueden ser tratados legítimamente como escoria humana. Los grupos de poder mundial propician guerras, tumban o ponen gobiernos, difunden enfermedades, controlan la rama judicial de los Estados, manejan los medios de comunicación y en general los aparatos ideológicos y a través de los organismos multilaterales, despliegan todo tipo de acciones globales para mantener su dominación con una moral inhumana y una ética sanguinaria, por lo cual desde noviembre de 1989 venimos ya en el proceso histórico cuyo destino final no será otro que el fin de la humanidad.

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