A raíz de la campaña política que se realiza en el país, ha tomado
fuerza en la opinión pública la idea de que Colombia está polarizado, lo cual
es perjudicial para la convivencia armónica de la sociedad; pero si
reflexionamos con detenimiento, vemos que dicha polarización es más un invento
de la imaginación en la gran prensa bogotana, que una realidad sociopolítica
presente en la vida nacional.
Sin mirar las condiciones personales de los candidato ni su pasado, lo
cual es importante pero no determinante de la calidad del gobierno, encontramos
que hoy la confrontación es, simplemente, entre dos modelos económicos, ambos
dentro del mismo sistema capitalista. Por una parte está el modelo del Capitalismo
Rentista con sustento en el pensamiento neoliberal, de la era postindustrial,
que desde hace treinta años impera; y por otro lado está el Capitalismo
Empresarial con sustento en el pensamiento del Liberalismo Social propio del
Estado del Bienestar, de la era industrial, que existió en Colombia hasta 1980.
O sea que en ambos casos ya existen experiencias reales en el país. El primero,
cuya política económica se orienta al control de la inflación para favorecer al
capital rentista, el segundo con la política económica que se orienta al pleno
empleo para favorecer a los industriales. El primero con una política fiscal
restrictiva orientada a bajar el Gasto Público, el segundo con una política
fiscal expansiva sin frenar el gasto público. El primero con la política
monetaria de inflación objetivo y el otro con una política monetaria de
incremento de la demanda agregada; el primero con una política cambiaria de
tipo de cambio flexible y el segundo con una política cambiaria de tipo de
cambio fijo. El primero con crecimiento hacia afuera y objetivo en el mercado
externo y el segundo con crecimiento hacia adentro y objetivo en el mercado
interno. El primero con privilegio en los sectores terciarios y el segundo con
privilegios en los sectores secundarios. El primero con la privatización de los
bienes públicos y el segundo con los bienes públicos en el seno del Estado.
Pero ninguno de los dos candidatos habla de cambiar el sistema
económico y por supuesto, ambos proponen sostener el mecanismo de mercado como
medio para el funcionamiento del sistema; además porque el sistema planificado,
propio de las economías socialistas, es anacrónico y no tiene vigencia
histórica, por lo cual proponerlo en una campaña presidencial sería una locura.
Salvo que los autores doctrinarios, Von Hayek por un lado y Keynes por
el otro, sean el uno de derecha y el otro de izquierda, podría hablarse de polarización,
lo cual no es cierto. De lo contrario no hay tales polos extremos. Lo que sí se
aprecia es que en un bando están juntos los grupos político que hacen parte de
la oligarquía y siempre han estado sosteniendo el establecimiento y por otro
lado está los grupos que no han hecho parte del establecimiento y por lo tanto
no han estado metidos dentro de la mermelada. Pero eso no los hace ni de
derecha ni de izquierda, porque ambos deben operar dentro de las reglas del
régimen y del sistema político existentes, por lo cual ambos son eso:
simplemente actores políticos de un mismo régimen, que no pueden modificar,
salvo que se cambien la Constitución y la Ley.
Pero los periodistas de los grande medios de Bogotá, tienen gran
capacidad para crear opinión y tal vez por su propia ignorancia o por intensión
preconcebida, han creado un escenario que en la realidad no existe y que está
propiciando enfrentamientos entre la ciudadanía que son verdaderamente
innecesarios y peligrosos, los cuales no se justifican y solo existen por el
efecto que produce el cuento de la polarización política.
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