Como tema de campaña electoral para la elección de presidente,
nuevamente se ha tratado el asunto de la entrada al país del capital
extranjero, en unos casos para defender candidatos, en otros para atacarlos,
pero en todos los casos, considerando que la inversión extrajera es la panacea
para lograr los fines del desarrollo y principalmente para la generación de
empleo.
No obstante las creencias populares y la realidad aparente del
fenómeno, uno de los enfoques en la teoría del desarrollo y la historia
económica, nos muestran que dicho suceso no es tan bondadoso y que los
beneficios para el país en el largo plazo son muy discutibles, lo cual también
es corroborado con los registros estadísticos de la Balanza de Pagos. La
historia dice que, si en 1848 no hubieran ganado los Conservadores y con ello
la apertura del país al capital inglés, sino que hubieran triunfado los
Liberales, probablemente Colombia se hubiera industrializado fortaleciendo los
desarrollos aun incipientes de aquella época. También dice que si en el siglo
XIX los ingleses no hubieran despreciado a Japón penetrando a China, los
nipones no se hubieran industrializado. En el siglo pasado hubo toda una
corriente de pensamiento basada en la Teoría del Valor, que demostró
suficientemente las consecuencias negativas del capital extranjero.
El siglo pasado, en 1958 nos dijeron que era necesario el capital
extranjero para el desarrollo colombiano y con el argumento del modelo de industrialización
por sustitución de importaciones, se vino la avalancha de empresas multinacionales;
pero veinte años después, luego de explotar suficientemente el mercado interno,
recuperar toda la inversión y maximizar las ganancias durante el período, en
los años ochenta abandonaron el país dejando la chatarra en valor de salvamento
y solo en algunas excepciones, vendieron las marcas para la permanencia en Colombia,
dejando otra vez la base económica, a merced del comercio internacional.
En el siglo pasado la propuesta contaba con soportes teóricos
suficientes porque imperaba en enfoque del Desarrollo Exógeno; pero hoy, los
conceptos se refieren al Desarrollo Endógeno que obliga a propiciar la
acumulación de capital desde adentro y con el aprovechamiento de los recursos y
potencialidades existentes. De otro lado, basta con examinar las series
históricas de las cifras consignadas en la Balanza de Pagos, para establecer
los flujos de entrada y salida de capitales y con ello ver el saldo a favor o
en contra en la economía colombiana. El capital extranjero no llega al país por
altruismo, sino por las bondades del negocio y por ello, independientemente de
quien es el presidente, si el negocio es bueno en tanto genera suficientes
utilidades para llevarse, entran; o sino no vienen. Las series en la Balanza de
Pagos muestran claramente que durante los últimos veinte años, ha sido más la
cantidad que salió de Colombia por concepto de giro de utilidades, que la que
entró por concepto de capital principal, el cual algún día también se llevarán.
Y
más grave es hoy, cuando el capital que llega es el que antes le llamaban
capital de especulación y que hoy le llaman inversión, el cual no genera empleo
sino que ha convertido el dinero en una mercancía para hacer negocios, muy
distante a la época en que el dinero era solo un medio de pago y los negocios
se hacían con bienes y servicios. Por ello no se puede descartar la posibilidad
de propiciar la acumulación interna de capital, a partir del propio capital
humano nacional y el aprovechamiento de las potencialidades internas, de modo
que podamos desmontar el mito del capital extranjero.
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