Otra vez los neoliberales, encabezados por su flamante exponente
Santiago Montenegro, están haciendo la misma alharaca de cada cierto tiempo,
pidiendo que se modifique el sistema pensional, elevando la cotización y aumentando
la edad de jubilación. Siempre secundados por los especuladores internacionales
del dinero, a quienes les preocupa que el Estado destine “muchos” recursos para
financiar los bienes públicos colocando en riesgo el servicio de la deuda, pero
sobre todo y esta vez, con la intensión de mejorar las ventajas de los fondos
privados que están preocupados porque últimamente la gente consciente, ya no
está dejando engañar como en los años noventa y ahora están prefiriendo afiliarse
a Colpensiones, lo cual atenta contra la estabilidad del negocio de los
financistas.
Dicen que el sistema de pensiones va a explotar, porque el presupuesto
nacional destina un porcentaje muy alto para pagar pensiones. Hoy la cifra supera
los 20 billones, pero no dicen nada de que para pagarle a los especuladores del
dinero se destinan más de 51 billones. Tratan de encontrar la causa del
problema en los beneficios que reciben los usuarios, cuando la verdadera causa
está en la privatización del servicio y la creación de los fondos privados de
pensiones.
Cuando el bien público de las pensiones, que es una de las cosas más
públicas entre todo lo público porque todos nos vamos a envejecer, era de
manejo exclusivo del Estado, el servicio funcionaba sin mayores contratiempos:
con las cotizaciones que pagaban los jóvenes se cubrían las pensiones de los
viejos y cuando los jóvenes se hacían viejos y comenzaban a recibir pensión,
había nuevos jóvenes que pagaban cotización mensual y así sucesivamente. Los
faltantes que eran muy pocos los cubría el presupuesto, en época en que la
estructura de financiamiento del Estado era diferente, incluyendo la
posibilidad de emitir dinero cuando era necesario.
Pero con la privatización de las pensiones, los jóvenes fueron
capturados con engaños por los fondos privados que durante 20 años estuvieron
sólo recibiendo cotizaciones sin pagarle nada a nadie. Los viejos se los
dejaron al Estado al que le tocaba solo pagar pensiones sin recibir algún
ingreso por cotización. Claro, el golpe era para el presupuesto nacional. Ahora
que ya se comenzaron a jubilar y se dieron cuenta de la tumbada de los fondos privados,
la gente prefiere al Estado y ya los privados muestran tendencias decrecientes
en la captación de afiliados con lo cual el futuro de dichas empresas está en
riesgo causándole gran preocupación al capitalismo financiero.
Por supuesto, los neoliberales no quieren cambiar el esquema, sino que
insisten en mantenerlo; por ello proponen sacrificar aún más a los usuarios
para salvar a los fondos, cuando la verdadera solución es la de acabar con la
verdadera causa del problema. El cambio del sistema pensional en Colombia
merece que se elimine la privatización y se retorne al monopolio de este bien
público por parte del Estado, lo cual, aunque ya la estructura de financiación
es diferente a la hace medio siglo, de todas maneras, es un alivio para el
presupuesto nacional si se adopta un mecanismo por el cual el Estado recibe los
dineros que pagan los jóvenes restándole presión al fisco y con ello acabando
lo que ellos le han dado a llamar la bomba de las pensiones.
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