martes, 10 de enero de 2017

PANORAMA DE LA ECONOMÍA

Salvo que ocurran hechos trascendentales imprevistos, que cambien las tendencias con que cerró el año 2016 la economía colombiana, lo cual no parece posible, el año que comienza no muestra buenos augurios para el país, si observamos el comportamiento de los fenómenos determinantes y las principales variables de la economía. En repetidas ocasiones hemos dichos que la oligarquía colombiana, además de corrupta, es inepta e incapaz de manejar el país, que todo lo hace mal y por supuesto maneja mal la economía. Las autoridades económicas sumisas y arrodilladas ante los designios del Banco Mundial, el FMI, la OMC y ahora también de la OCDE, aplican conceptos de acuerdo a los intereses del capitalismo financiero internacional, pero que no responden a las verdaderas circunstancias de la realidad interna.

El aparato productivo, fuente básica del verdadero crecimiento de la economía, viene secándose desde hace ya varias décadas y el soporte del PIB está en sectores terciarios donde el sector financiero es fundamental, lo cual es contraproducente porque este es un sector parásito. La producción nacional con alta dependencia de las importaciones y el dólar a un precio elevado, afronta el encarecimiento de los costos internos de producción; mientras que las exportaciones no responden, a pesar de la devaluación, por la baja competitividad nacional, por la contracción de la demanda externa global y por la recesión en los principales países clientes de los productos colombianos. Es decir, la oferta agregada del mercado nacional tiene serios obstáculos para contribuir a una situación favorable a las necesidades colectivas del país.

Por el lado de la demanda agregada, el asunto es aún más preocupante; pues ésta depende en gran medida de la inversión real, la cual no reacciona, ni en la industrial, ni en lo agropecuario, ni en la minería. Y digo la real, porque ahora le han dado a llamar “inversión” a los capitales de especulación, que circulan en el sector financiero, pero que no aportan, ni a la oferta de bienes y servicios, ni al incremento del ingreso nacional. Con el irrisorio aumento del salario mínimo, la austeridad en el gasto público impuesta por los organismos multilaterales, la filtración de ingresos de la gente hacia el Estado a través del aumento de impuestos y la decadencia de las exportaciones menores, principalmente, la demanda agregada se disminuye y así, peor para el aparato productivo que no cuenta con los suficientes compradores para reactivarse, con lo cual se generan factores recesivos.


De modo pues que las fórmulas neoliberales impuestas en lo que va corrido del presente siglo, ya comienzan a dar sus nefastos frutos mediante la acumulación secular de traumas en la estructura económica, que ya están a punto de reventar con efectos altamente nocivos para el conglomerado social, los cuales, probablemente, comenzarán en este año, donde se vislumbra un preocupante panorama de la economía. 

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