Se está volviendo moda el método de utilizar la rabia de los ciudadanos
para canalizar su conducta electoral. Así lo señaló Juan Carlos Vélez, el
gerente de la campaña del no en el pasado plebiscito de octubre sobre los
acuerdos de la Habana, quien afirmó que, en estrategia electoral, buscaron que “la
gente saliera a votar verraca”. Utilizaron los medios publicitarios para enviar
mensajes que penetraran a lo más profundo de las pasiones de la persona para
despertar ira contra los acuerdos y lo lograron: el NO ganó el plebiscito.
Como la estrategia funcionó con resultados favorables a los autores, ya
se comprobó que dicho mecanismo es útil y que, según la idiosincrasia
colombiana, utilizarlo es apropiado para alcanzar objetivos electorales. Así
que, para las elecciones de 2018 es perfectamente viable volver a utilizar este
recurso psicológico y derrotar al contrincante, a muy bajo costo, como lo
afirmó Vélez en entrevista a una cadena radial.
Recurriendo a lo que más les duele a los ciudadanos, como la reforma
tributaria, el sueldo de los congresistas o algunas otras leyes aprobadas en
contra de los intereses del pueblo, es muy fácil nuevamente llevar la gente
verraca a votar, para derrotar a quienes hoy son congresistas y así elegir
nuevas personas en el congreso, de modo que se alcancen las mayorías en contra
del Santismo. Nuevas personas sin antecedentes electorales, como ocurrió en las
pasadas elecciones que se eligieron personas sin votos cautivos como el caso de
Paloma Valencia, José Obdulio y otros.
Por
supuesto que los congresistas actuales no son peras en dulce ni monjitas de la
caridad y salvo algunas excepciones, casi ninguna merece ser reelegido; pero
hay que mirar con lupa el procedimiento y examinar en detalle los pasos del
mecanismo, no vaya a ser que nos salgamos de Guatemala y caigamos en Guatepeor.
Si se presenta otra corriente alternativa de nuevos candidatos, debidamente
organizada y con orígenes transparentes, que muestre la posibilidad de elegir
congresistas honestos, que actúen basados en la ética pública y con propósitos
de bien común y el beneficio general, bienvenida sea la estrategia de llevar la
gente a votar con ira contra los actuales congresistas. Pero si no surge esta
alternativa y el terreno queda ocupado por quienes son experimentados en dichos
procedimientos, la acción política contra los congresistas actuales se vuelve
peligrosa. La extrema derecha neonazi es un grupo organizado, con posturas
políticas claras, con disciplina, con caudillo, con recursos de financiación y
asesores internacionales muy capaces, aptos para tomarse mediante mayorías el
Congreso; mientras que por el otro lado lo que hay es una desbandada
anarquizada de posturas políticas sin claridad, dispersas y sin liderazgo, o
sea con todos los atributos para tener una derrota electoral, de manera que no
debe ser simplemente espontánea y reactiva la aplicación contra el Congreso de
la rabia en la política.
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