martes, 17 de enero de 2017

LA RABIA EN LA POLÍTICA

Se está volviendo moda el método de utilizar la rabia de los ciudadanos para canalizar su conducta electoral. Así lo señaló Juan Carlos Vélez, el gerente de la campaña del no en el pasado plebiscito de octubre sobre los acuerdos de la Habana, quien afirmó que, en estrategia electoral, buscaron que “la gente saliera a votar verraca”. Utilizaron los medios publicitarios para enviar mensajes que penetraran a lo más profundo de las pasiones de la persona para despertar ira contra los acuerdos y lo lograron: el NO ganó el plebiscito.

Como la estrategia funcionó con resultados favorables a los autores, ya se comprobó que dicho mecanismo es útil y que, según la idiosincrasia colombiana, utilizarlo es apropiado para alcanzar objetivos electorales. Así que, para las elecciones de 2018 es perfectamente viable volver a utilizar este recurso psicológico y derrotar al contrincante, a muy bajo costo, como lo afirmó Vélez en entrevista a una cadena radial.

Recurriendo a lo que más les duele a los ciudadanos, como la reforma tributaria, el sueldo de los congresistas o algunas otras leyes aprobadas en contra de los intereses del pueblo, es muy fácil nuevamente llevar la gente verraca a votar, para derrotar a quienes hoy son congresistas y así elegir nuevas personas en el congreso, de modo que se alcancen las mayorías en contra del Santismo. Nuevas personas sin antecedentes electorales, como ocurrió en las pasadas elecciones que se eligieron personas sin votos cautivos como el caso de Paloma Valencia, José Obdulio y otros.

Por supuesto que los congresistas actuales no son peras en dulce ni monjitas de la caridad y salvo algunas excepciones, casi ninguna merece ser reelegido; pero hay que mirar con lupa el procedimiento y examinar en detalle los pasos del mecanismo, no vaya a ser que nos salgamos de Guatemala y caigamos en Guatepeor. Si se presenta otra corriente alternativa de nuevos candidatos, debidamente organizada y con orígenes transparentes, que muestre la posibilidad de elegir congresistas honestos, que actúen basados en la ética pública y con propósitos de bien común y el beneficio general, bienvenida sea la estrategia de llevar la gente a votar con ira contra los actuales congresistas. Pero si no surge esta alternativa y el terreno queda ocupado por quienes son experimentados en dichos procedimientos, la acción política contra los congresistas actuales se vuelve peligrosa. La extrema derecha neonazi es un grupo organizado, con posturas políticas claras, con disciplina, con caudillo, con recursos de financiación y asesores internacionales muy capaces, aptos para tomarse mediante mayorías el Congreso; mientras que por el otro lado lo que hay es una desbandada anarquizada de posturas políticas sin claridad, dispersas y sin liderazgo, o sea con todos los atributos para tener una derrota electoral, de manera que no debe ser simplemente espontánea y reactiva la aplicación contra el Congreso de la rabia en la política.

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