El tema de
la desigualdad social generada por la concentración de riqueza, hoy no se debe
examinar observando los fenómenos internos al país, así se diga que Colombia es
el segundo más desigual en América y uno de los más desproporcionados del
mundo. La globalización financiera aparecida al final del siglo pasado
paralelamente con el ascenso al poder del capitalismo rentista, obliga a mirar
el problema también desde la óptica mundial. Los verdaderos ricos que amasan
fortunas cuyas magnitudes ni siquiera se las puede imaginar uno, están en
Norteamérica y Europa quienes, siendo propietarios de los medios de
comunicación universales puestos a su servicio, hacen la pantomima a través de
la Revista Forbes atribuyendo a otros la verdadera riqueza para mantener su
anonimato y disfrutar tranquilos de su poder económico y político y en reserva
sus aberrantes caprichos.
Thomas
Piketty, un economista francés que se ha puesto de moda, lanza una irrealizable
y utópica propuesta tendiente a mejorar la equidad en el mundo recurriendo a la
tributación universal. Colocar un impuesto progresivo a los ricos del mundo
gravando también las transacciones internacionales e incluyendo la
transparencia de los paraísos fiscales, guaridas donde concentran sus fortunas
para eludir la tributación. Así, las sumas a recaudar serían tan cuantiosas
que, por lo menos, se podría acabar con el hambre del mundo.
Pero los
ricos no están pensando acabar las desigualdades afectando sus fortunas. Están
muy preocupados por la elevada deuda de los países subdesarrollados donde viven
los pobres, a los que ellos les han prestado plata por la vida de la tenencia
de papeles de deuda adquiridos en los mercados de capitales. Según
investigaciones de periodistas europeos, la orden del Club Bilderberg, donde se
concentran los verdaderos ricos del mundo, es la eliminar tres mil millones
pobres por la vía de las enfermedades y las guerras para disminuir el gasto
social que significa mantenerlos y con ello no poner en riesgo el servicio de
la deuda de los gobiernos deudores.
Piketty
demostró en su investigación lo que ya antes otros autores habían considerado
por lo menos teóricamente: que la política fiscal es el mecanismo más expedito
ya sea para aumentar o para disminuir la desigualdad económica y la inequidad
social, por lo cual recurre a esta misma vía para identificar una fórmula que
alivie la situación en el mundo globalizado. Pero este impuesto global va en
contravía, precisamente, de los mecanismos que el capitalismo rentista ha
aplicado desde cuando se tomaron el Poder de Estado con los gobiernos de Reagan
en USA y Thatcher en RU y que aquí en Colombia aplicó fielmente Uribe con la
exoneración de impuestos y los acuerdos de tributación celebrados con los
especuladores que él llamó inversionistas.
No
se puede desconocer que la idea del autor está bien sustentada con base en
investigaciones analizando cifras durante un largo período en muchos países, ni
que en el trasfondo encierra muy buenas intenciones con sentido social; pero
tampoco podemos soñar con que los ricos del mundo vayan algún día a aceptar la
sensatez de la utopía de Piketty.