En
Colombia se suele delegar a una comisión de expertos el análisis de ciertos
asuntos públicos, pero por lo general los expertos andan despistados y alejados
de la realidad nacional, sobre todo de la que sufren la mayoría de ciudadanos
de a pie. Ahora fue el tema tributario que se entregó a una de estas
comisiones, que entregó el informe en diciembre pasado y creó revuelo en la
opinión pública por lo que gobierno tuvo que salir en los medios a decir que ese documento era sólo de recomendaciones.
A
pesar de que lo común es que los expertos caminen sobre las nubes, en este caso
tocaron un tema que es indiscutiblemente sensato, independientemente de que las
recomendaciones sean las adecuadas o no. Se trata del caso de los impuestos de
las entidades territoriales, departamentos y municipios, cuyas finanzas son
asunto crítico para la descentralización y la democracia participativa. Muy
pocas veces se habla de este asunto y la grave situación va pasando de año en año
sin que se le meta la mano. Sin duda, las estructuras de financiamiento de las
entidades territoriales merecen una revisión mediante un análisis profundo y
serio, para introducir los cambios que de una vez por todas solucionen las
grandes dificultades que deben afrontar los gobernadores y alcaldes para
cumplirles a sus comunidades las expectativas que los procesos eleccionarios
generan.
Dicen
los expertos que la multiplicidad de impuestos que existen en los territorios “se acompaña de una normatividad dispersa a
nivel territorial para un mismo tributo, de la carencia de claridad sobre las
competencias que tienen la Nación y los entes territoriales en materia de
tributación, de elevados niveles de desactualización de muchos de estos
tributos, los cuales se establecieron hace varias décadas sin que su
conveniencia y estructura haya sido evaluada y/o su diseño actualizado de
manera integral. Adicionalmente, existen dudas sobre la legalidad de algunos
ingresos no tributarios, tasas y contribuciones” y que a todo ello hay que
sumar las diferencias en la capacidad institucional para administrar los
tributos en los gobiernos de esta entidades.
Pero
de todo lo dicho por la comisión, es bueno resaltar que se recomienda al
gobierno nacional tomar medidas para frenar la carga de estampillas y
contribuciones sobre los contratos. Dice que estos gravámenes elevan los costos
de las obras territoriales y demás contratos, afectan la eficiencia económica,
conllevan elevadísimos costos de cumplimiento y carecen de toda racionalidad
fiscal. Agregan que dicha carga demás de encarecer el valor de los contratos y
de las actividades en general y elevar el gasto de los gobiernos territoriales,
puede traer un efecto neto nulo en las finanzas territoriales. Y si a estos se
le agrega el CVY, el contrato queda en la inopia.
Pueda
ser que el gobierno nacional atienda las recomendaciones de esta comisión en el
tema de las finanzas territoriales, no precisamente aplicando específicamente
las propuestas, pero sí entrando a revisar este aspecto de la administración
pública territorial que tiene más de 30 años sin que se haya tocado en la
agenda gubernamental y así tendríamos que agradecer mucho a los expertos en impuestos.
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