martes, 8 de marzo de 2016

CRÓNICA DEL DESEMPLEO

En años anteriores la tasa de desempleo estuvo por debajo de dos dígitos y el gobierno se atribuyó esa cifra a resultados de su gestión, hasta el punto que prometió en público que una meta de su gobierno era seguirla bajando, no obstante que ese comportamiento del indicador obedecía a factores coyunturales que no son eternos y que al desaparecer también se modificaría la cifra.

Hoy estamos viendo que esa tasa nuevamente está sobrepasando los dos dígitos, por lo cual los argumentos de los bajos salarios y la exención de impuestos a los capitales disque con el fin de bajar el desempleo, es falso. La verdad se concentra en factores estructurales que posee la economía colombiana y que pesan más y determinan la realidad del comportamiento de la tasa de desempleo.

Cómo estará la situación general de la economía, que a pesar de que la metodología que usa el DANE para realizar los cálculos es engañosa porque considera empleado a cualquiera que esté en el rebusque, sin jornada de ocho horas, sin salario fijo y sin prestaciones sociales, el indicador se elevó, como consecuencia de fenómenos derivados del sector externo, la política cambiaria y fundamentalmente, por los estrangulamientos que tiene el aparato productivo nacional, los cuales datan desde hace más de un cuarto de siglo. Para que la generación de empleo sea sólida, estable, creciente y duradera, las principales fuentes deben ser los sectores agropecuario e industrial y hasta la construcción de vivienda que jalona más de treinta ramas de la actividad industrial. Pero las cifras menores a dos dígitos estaban originadas en sectores terciarios, con su volatilidad y debilidad ante movimientos macroeconómicos coyunturales.


El desempleo en Colombia es constitucional y se consagra en el Artículo 373 que le fija a la autoridad monetaria la función de controlar la inflación, en clara oposición a la de promover el pleno empleo, como era en la vieja constitución. En un país subdesarrollado sin suficiente ahorro interno y sin tecnología propia, controlar la inflación significa aumentar el desempleo. Y para acabar de completar, las políticas de inserción de Colombia en la economía globalizada, han sido las de extinguir el aparato productivo nacional con la avalancha de importaciones para complacer la elevada propensión marginal al consumo de importados que reina en la idiosincrasia nacional. Pero lo más grave es que la situación actual no es transitoria, como sí lo fue la anterior con tasa de un dígito. Ahora de lo que se trata es que hemos regresado a nuestra propia realidad del desempleo, donde la creación de cargos anualmente es inferior a la tasa de crecimiento de la población o a la incorporación de nuevas personas a la población económicamente activa, que cuando no emigra a rebuscarse en otro país, termina engordando el ejercito de desempleados y con ello contribuyendo a reafirmar esta crónica del desempleo.

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