Muchos han
dicho que la negociación de La Habana no traerá la paz y eso, sin duda, es
cierto; pues se limita a definir unos compromisos para el futuro, que pueden
cumplirse o no, porque el gobierno se ha caracterizado por ser faltón frente a
sus promesas, además que existe duda de que las elites de poder en la capital
cedan y permitan desmontar el centralismo bogotano que está destruyendo el
país, sin lo cual los beneficios potenciales del acuerdo no podrán hacerse
realidad. Claro que la presencia de la ONU y la comunidad internacional,
brindan alguna garantía de cumplimiento, por lo cual se puede ser optimista
sobre el hecho.
Pero
independientemente de que acuerdo se realice, si el plebiscito aprueba la negociación,
el fenómeno, como hecho histórico, ha sido importante y desde ya se está viendo
sus frutos: ¿cuándo antes el país se había volcado a pensar masivamente en la
convivencia pacífica, si nuestra cultura siempre ha sido apática frente a los
temas de interés general y bien común? Colombia siempre ha mostrado una
idiosincrasia individualista donde prima el “sálvese quien pueda”, sin
preocuparse por el conjunto social.
El que la paz
se haya convertido en tema de conversación generalizado en todos los estamentos
y estratos de la nación es ya una ganancia. La mesa de la Habana se volvió un
proceso pedagógico que está enseñando a tener en cuenta el diálogo y la
negociación en la resolución de conflictos, independientemente de los
resultados del mismo; y complementariamente, el acuerdo está poniendo a pensar a
unos y a otros, en el futuro del país y los cambios necesarios para mejorar las
condiciones de vida. Ahora la gente piensa en un nuevo país, sin acuerdo o con
acuerdo; pero sobre todo, que el futuro se debe construir a partir de un
propósito colectivo. Es una enseñanza que debe aprovecharse y corresponde a la
dirigencia social, considerar ese factor psicológico para trazar rutas hacia un
futuro mejor.
Eso
sí, si surge una nueva organización social con un nuevo liderazgo, consecuentes
con el fenómeno de cambio que se está consolidando en la mentalidad colombiana.
Por algo unos piensan en el sí y otros en el no frente a la votación en el
plebiscito; lamentablemente este proceso ha caído en la mecánica electoral
tradicional como se puede ver con las movilizaciones y publicidad como si fuera
una elección de gobernantes; y también es de lamentar que son los políticos
tradicionales quienes están protagonizando el debate. Pero no se puede esperar
más porque de un momento a otro no se puede ver cambios. Lo importante es que a
pesar de la peligrosa polarización, que menos mal por la costumbre criolla
puede ser calentura coyuntural que después del dos de octubre los ánimos se
calmen, las consecuencias de la intentona de Santos en La Habana como mecanismo
para solucionar el conflicto sociopolítico con la guerrilla, al pensar en las
condiciones para la construcción del futuro nos permita afirmar que hasta hoy lo
logrado es suficiente.
No hay comentarios:
Publicar un comentario