martes, 19 de julio de 2016

LOS CONFLICTOS DEL CENTRO URBANO

Con la llegada de la modernidad como producto del sistema capitalista, las ciudades se vieron abocadas a los conflictos por el uso de la tierra urbana, sobre todo en las áreas donde tuvieron su origen y que se convirtieron en el centro urbano. Ahí estaban las construcciones de sus inicios que con el tiempo fueron adquiriendo valor histórico y cultural, en contraposición a las necesidades de espacio que demanda la complejidad de la vida urbana cuando los procesos sociales y económicos derivados de la industrialización y la diversidad económica, fueron generando requerimientos institucionales y servicios del Estado cuya localización, desde el comienzo se ubicaba en los lugares históricos. Varios urbanistas, como por ejemplo Manuel Castells, le dedicaron pensamiento al análisis del asunto y propusieron la “teoría del centro urbano” destacando la importancia de las funciones  que se concentran en estas áreas, que constituyen el “corazón de la ciudad”. Usos comerciales e institucionales de gran magnitud propician la concentración de movimientos y flujos que congestionan el espacio y se convierten en un problema público y como tal, artículo de la agenda de los administradores territoriales.

Popayán, de manera similar a la mayoría de ciudades, está viviendo esta situación problemática. Coinciden el sector Histórico con el Centro Urbano y con ello la contradicción entre conservación cultural y funcionalidad racional de la ciudad, que tienen tendencias contrarias; pues la primera exige la rigidez propia de la conservación y la segunda la flexibilidad propia de las demandas cambiantes y complejas que evolucionan a la par de la economía y la tecnología.

Por allá en los años ochenta, en la alcaldía de Eduardo Carrillo, la administración municipal propuso una estrategia de “sacar” el centro urbano del sector histórico extendiendo los usos del centro hacia el norte con un eje peatonal en el puente de El Humilladero y una circulación vehicular periférica cubriendo la zona de la “antigua estación”. Claro, se generó la controversia con quienes argumentaban que trasladar los usos comerciales e institucionales fuera del sector histórico sería la muerte de dicho sector. Después vino el terremoto de 1983 y todo cayó por la borda. Ahora vemos que la tendencia comercial no tomó hacia el norte sino hacia el occidente enlazándose con la zona de La Esmeralda.

La raíz del problema es, entonces, estructural. Hoy vemos el debate sobre la peatonalización, el adoquinamiento de las calzadas, el estacionamiento de vehículos, la capacidad vehicular de las vías, etc. pero ninguna de las posiciones enfrentadas parece tener la razón, porque la raíz es de más fondo y por ello la solución es de largo plazo y con medidas drásticas que modifiquen las tendencias de emergencia espontanea en la vida social urbana; mientras tanto y al igual que en muchas ciudades, seguiremos afrontando los conflictos del centro urbano.

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