martes, 19 de enero de 2016

ALGO VA DE PEDRO A JUAN

Lo público es tan antiguo como la misma humanidad y desde que nació el Estado, estos bienes se han ubicado en su seno. Solo hasta ahora a finales del siglo XX y después de varios miles de años, con el surgimiento del capitalismo rentista y su soporte el pensamiento neoliberal, lo público se ha trasladado al mercado y con ello, exceptuando los bienes de mérito, son privatizables todos los bienes de interés general y que competen al conjunto total de la especie humana. Por eso el nicho natural de lo público es el Estado y oponerse a la privatización es un asunto de principios.

Hace como una década, siendo Ministro de Hacienda Alberto Carrasquilla y presidente Uribe, ya llegaba la fecha de vencimiento de unos papeles de deuda cuyo monto ascendía a varios miles de millones de dólares. El año anterior a dicho vencimiento, el ministerio alistaba las provisiones para pagar cumplidamente a los acreedores, por lo cual sacó a la venta ISAGEN y Granahorrar y presentó una propuesta de reforma tributaria; pero los negocios se dañaron y la reforma no pasó en el Congreso. Carrasquilla, asustado por el chicharrón que tenía encima, presentó renuncia, pero Uribe no se la aceptó, pues no podía abandonar tremendo problema. Después, haciendo malabarismos de tesorería, llegó el vencimiento de los papeles; Carrasquilla pagó, le dieron el premio de mejor ministro y Uribe le aceptó la renuncia. Es decir se trató de vender la empresa para pagar deudas, una de las salidas más absurdas en la concepción de las finanzas públicas. En todos los casos es una estupidez vender un activo fijo para pagar una deuda. Es un paso hacia la bancarrota.

Ahora, siendo Cárdenas el ministro y Santos el Presidente, nuevamente se sacó y se concretó la venta de ISAGEN. Pero esta vez no para pagar deudas, sino para prestarle plata a los concesionarios de las vías cuya construcción se financiará con los peajes que pagamos entre todos. Una salida financiera simplista y con intereses creados, que traslada un monto del patrimonio público de una situación estable a una de alto riesgo, aunque el financiamiento de los proyectos se puede hacer por otros caminos igualmente viables.


El caso es que en esta época del capitalismo rentista y su soporte conceptual el neoliberalismo y la inepta y entreguista oligarquía colombiana administrando el Estado, ningún bien público está libre de riesgo. Ya sea con un fin o con el otro, siempre el patrimonio de todos los colombianos estará expuesto a los intereses de las empresas multinacionales que le meten capital en la medida en que el negocio sea lucrativo o le den puntadas con dedal para futuros negocios. Pero dependiendo de qué grupo político esté en el gobierno pueden haber diferencias como en este caso comparado entre Uribe y Santos en el que, sin pretender atacar o defender gobierno alguno, bien podemos aplicar el viejo refrán de que algo va de Pedro a Juan. 

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