martes, 18 de agosto de 2015

EVOLUCIÓN DE LA DEMOCRACIA

Cuando se estableció la elección popular de los gobernantes territoriales hace ya como un cuarto de siglo, se nos vendió la idea anunciando que con ello se profundizaría la democracia; pero pasado todo este tiempo, los resultados no muestran el efecto anunciado sino que el cambio ha contribuido, más al fortalecimiento de las élites locales de poder y los procedimientos mafiosos, que al verdadero sentido ofrecido.

Según los diferentes diccionarios y fuentes de consulta, el significado de “mafia” es diverso: uno, como lugar de refugio; otro proveniente del árabe, que significa jactancia; pero el más diciente, el que se refiere a una organización que emplea métodos poco claros en sus negocios, lo cual significa que existen mafias legales e ilegales.

Lo que se observa en la realidad política colombiana, es que en la mayoría de municipios del país existen grupos de poder que aplican procedimientos amañados y, con prácticas oscuras, intervienen el libre juego de los actores sociales para propiciar resultados políticos de acuerdo a sus conveniencias. La prensa nos ha ilustrado suficiente sobre la acción de los paramilitares en el norte del país y también del papel de lo que llaman los “carteles de la contratación” y lo más común, lo que se le conoce como las “alianzas programáticas”  entre las microempresas electorales.  

Durante este período se han expedido varias leyes introduciendo normas para el funcionamiento del régimen político, que la opinión pública espera sean convenientes para el interés general y el bien común; pero su aplicación ha terminado, más en la utilidad de las mismas élites, que en el saneamiento del régimen político, cuyo nombre le queda grande; pues una cosa es la etimología de la palabra “democracia” y el sentido con que los griegos la institucionalizaron y otra, muy diferente, son las características del régimen político que impera en el país, donde hoy, la norma más aberrante, es la de los avales, que se ha convertido en factor de negocio y de tráfico de dinero e influencias para fortalecer aún más a quienes detentan el poder.


Claro que la verdadera razón del cambio introducido a finales de los ochenta con la elección de alcaldes que luego a comienzos de los noventa fue complementada con la de gobernadores, no era propiamente la de fortalecer la democracia, sino la de disminuir el tamaño del Estado en el nivel nacional pero sobre todo de bajar la carga fiscal al presupuesto nacional, como ha sido el propósito de todas las modificaciones introducidas desde que se impuso en el mundo el capitalismo rentista con el dominio de los fondos y la banca de inversión; pero no podemos desconocer que en la parte política la comunidad tiene aspiraciones que permitan no solamente tener mayor participación en los escenarios donde actúa, sino, principalmente, en la designación de los rectores de los procesos económicos y sociales que marcan la ruta de la construcción del futuro; pero hoy esta posibilidad se ha visto frustrada debido a la perversa evolución de la democracia.  

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