miércoles, 13 de mayo de 2015

ANACRONISMO DEL DERECHO

La idea generalizada es que el Poder Judicial es la carta de salvación de la gente cuando la sociedad cae en un grave estado de descomposición moral y ética, que hace muy difícil la vida humana en su seno; pero en Colombia cada día vemos múltiples casos de decisiones judiciales plagadas de absurdos e injusticias que hacen perder la esperanza de solución a los problemas de convivencia armónica entre los individuos de la especie asociados en este espacio común. Ante la pregunta a los jueces sobre las razones de sus decisiones, muchas de ellas apartadas de toda lógica, absurdas y hasta aberrantes, siempre la respuesta es que ellos han fallado en derecho. La conclusión es entonces, que los jueces son buenos pero el derecho es el malo. Así, obviamente habría que cambiar el derecho y actualizarlo a la realidad presente, para que los jueces sigan fallando en derecho pero sin atropellar a la sociedad.

En el conocimiento popular se considera que el derecho es el instrumento regulador de las interacciones humanas en el contexto social, que permite la convivencia de todos y la resolución de los conflictos derivados de estas interacciones o como dice el diccionario, que es un sistema de normas que regula la convivencia social y permite resolver los conflictos intersubjetivos mediante un “conjunto de leyes, reglamentos y demás resoluciones, de carácter permanente y obligatorio, creadas por el Estado para la conservación del orden social”. Por lo tanto, si esto es así, el derecho debe evolucionar paralelamente con los cambios que con el transcurrir del tiempo ocurren en la organización social.

Lo poco que sabemos sobre el tema, es que esta disciplina contiene fundamentos que datan de Antes de Cristo y otros de los siglos 17 y 18, época en que las interacciones humanas en el seno del conglomerado social eran distintas a las de hoy. Con la modernidad y más aun con la postmodernidad contemporánea, han surgido otros tipos de actos deteriorativos de la convivencia, otros sujetos violadores de la armonía entre humanos, otras conductas propias de la ideología reinante, otras formas y procedimientos de la acción delincuencial, nuevas modalidades y por supuesto, todos los efectos buenos y malos derivados de los avances tecnológicos como la microelectrónica que ahora hasta hace parte de la vida cotidiana. Pero temas como la prueba, la presunción de inocencia, los procedimientos, los formalismos, los agentes del delito y otros intríngulis que sólo conocen los abogados, quedan rezagados ante la realidad contemporánea.

De modo que ahora que se está discutiendo las reformas a las instituciones que administran la justicia supuestamente para mejorar la calidad de vida de la sociedad, que requiere de las reglas apropiadas para la convivencia y con ellos lograr la tranquilidad necesaria para la vida en comunidad, es también procedente que se entre a revisar la filosofía y la teoría que sustenta dicha administración para evitar los desfases históricos que conducen al país al anacronismo del derecho. 

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