Desde hace más de
dos siglos, cuando se creó el Estado Moderno, se pensó en el financiamiento de
este organismo con lo cual se cubren los gastos de administrar los bienes
públicos y desde entonces, el
pensamiento clásico se orientó dentro de los principios de la lógica:
quien más tiene más contribuye, de modo que propuso para las finanzas públicas
un sistema progresivo para lo cual es necesario la relevancia de los impuestos
directos y el peso de la emisión de dinero, complementados con los préstamos
bancarios.
Pero ahora, con el
cambio de la modalidad de capitalismo, la estructura de financiamiento del
Estado ha sido modificada substancialmente, de modo que los ricos no pagan los
impuestos equitativamente y en cambio le corresponde a la clase media y a los
pobres sostener el aparato de poder el cual, de manera paradójica, es manejado
por quienes no pagan los impuestos quienes, además, lo administran para su
propio beneficio. Ahí están las cifras y estas no mienten.
Con el argumento de
la doble tributación, los ricos se niegan a pagar impuestos sobre la
repartición de utilidades o dividendos, lo cual se ha convertido en el
mecanismo que propicia la inequidad social, llevando a Colombia al puesto de
ser uno de los países con la peor distribución del ingreso. Antaño, el sistema
tributario se utilizaba, además de financiar al Estado, para propiciar la
redistribución del ingreso con lo cual se creía, se estaba haciendo desarrollo
nacional. El mecanismo idóneo era que, de las ganancias de los ricos, se
trasladara al Estado por la vía de los impuestos, los recursos con los cuales
el organismo cubría los costos de brindar los bienes públicos a los más pobres.
Pero en Colombia los ricos se han negado a pagar
impuestos y con el chantaje de la generación de empleo, presionan al Estado
para que aplique impuestos indirectos como el IVA, que significa cargar el peso
de las finanzas públicas en los más pobres. Ahora que el gobierno pretende
fijar una tasa impositiva al patrimonio, es decir al capital de los
capitalistas, pusieron el grito en el cielo y no quieren dejarse gravar. El
gobierno no está pensando en la redistribución del ingreso ni en la equidad
social, sino en cubrir el faltante de los ingresos presupuestales para lo cual
tienen que mirar a los ricos porque la carga sobre los pobres ya no da más.
Pero con el cuento falaz del empleo, que no es cierto según se demuestra en la
historia y con un modelo teórico donde se aprecia que el empleo depende del
tamaño de la demanda agregada y no de la política tributaria, chantajean al
gobierno y se niegan a pagar, acelerando el crecimiento del Coeficiente de Gini
con el que se mide la inequidad social y con ello también agudizando en el país
como es la tradición, la contravía de los impuestos.
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