miércoles, 17 de septiembre de 2014

LA CONTRAVÍA DE LOS IMPUESTOS

Desde hace más de dos siglos, cuando se creó el Estado Moderno, se pensó en el financiamiento de este organismo con lo cual se cubren los gastos de administrar los bienes públicos y desde entonces, el  pensamiento clásico se orientó dentro de los principios de la lógica: quien más tiene más contribuye, de modo que propuso para las finanzas públicas un sistema progresivo para lo cual es necesario la relevancia de los impuestos directos y el peso de la emisión de dinero, complementados con los préstamos bancarios.

Pero ahora, con el cambio de la modalidad de capitalismo, la estructura de financiamiento del Estado ha sido modificada substancialmente, de modo que los ricos no pagan los impuestos equitativamente y en cambio le corresponde a la clase media y a los pobres sostener el aparato de poder el cual, de manera paradójica, es manejado por quienes no pagan los impuestos quienes, además, lo administran para su propio beneficio. Ahí están las cifras y estas no mienten.

Con el argumento de la doble tributación, los ricos se niegan a pagar impuestos sobre la repartición de utilidades o dividendos, lo cual se ha convertido en el mecanismo que propicia la inequidad social, llevando a Colombia al puesto de ser uno de los países con la peor distribución del ingreso. Antaño, el sistema tributario se utilizaba, además de financiar al Estado, para propiciar la redistribución del ingreso con lo cual se creía, se estaba haciendo desarrollo nacional. El mecanismo idóneo era que, de las ganancias de los ricos, se trasladara al Estado por la vía de los impuestos, los recursos con los cuales el organismo cubría los costos de brindar los bienes públicos a los más pobres.

Pero en Colombia los ricos se han negado a pagar impuestos y con el chantaje de la generación de empleo, presionan al Estado para que aplique impuestos indirectos como el IVA, que significa cargar el peso de las finanzas públicas en los más pobres. Ahora que el gobierno pretende fijar una tasa impositiva al patrimonio, es decir al capital de los capitalistas, pusieron el grito en el cielo y no quieren dejarse gravar. El gobierno no está pensando en la redistribución del ingreso ni en la equidad social, sino en cubrir el faltante de los ingresos presupuestales para lo cual tienen que mirar a los ricos porque la carga sobre los pobres ya no da más. Pero con el cuento falaz del empleo, que no es cierto según se demuestra en la historia y con un modelo teórico donde se aprecia que el empleo depende del tamaño de la demanda agregada y no de la política tributaria, chantajean al gobierno y se niegan a pagar, acelerando el crecimiento del Coeficiente de Gini con el que se mide la inequidad social y con ello también agudizando en el país como es la tradición, la contravía de los impuestos.

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