Reducir el debate
electoral a la presidencia del país al tema de la negociación con la guerrilla,
es darle a esa institución un tratamiento simplista e impertinente frente a la
dimensión real de lo que significa gobernar el país durante cuatro años. El
caso deja por fuera los dos más trascendentales asuntos de la agenda
presidencial como son el bienestar y desarrollo de los colombianos y la postura
del país en el concierto universal.
Por muy importante
que sea la suspensión de la violencia por parte del grupo guerrillero más
antiguo y de mayor magnitud que existe, no es tanto como para olvidar que la
población tiene otras necesidades mucho más importantes. Lo cierto es que a los
estratos uno y dos, poco les importa lo que está ocurriendo en la Habana, pues
en el día a día su preocupación es de cómo poner la olla en la estufa o cómo
cubrir la lonchera y el transporte de sus hijos de colegio, sin incluir la
tardanza de las citas en la EPS o los dolores de cabeza que causa la juventud
de sus hijos, siempre y cuando ya tengan resuelta la necesidad de vivienda y el
pago de los servicios públicos domiciliarios.
Un presidente se
distingue de otro por sus políticas de gobierno, entre las que se destacan la
política macroeconómica y las políticas sectoriales tanto de los sectores
económicos como sociales. Pero muy poco se conoce sobre las propuestas de los
candidatos sobre estos temas. La injuria, la calumnia y los ataques al oponente
han ocupado más espacio que la difusión de las propuestas propias. Ha sido más
un debate basado en la destrucción del rival que en la construcción de país.
De todo el paquete
de políticas que un gobierno adopta para el ejercicio de sus funciones y
competencias, dos son de absoluta relevancia por el impacto en la calidad de
vida de toda la población en general y particularmente de los grupos populares.
Una es la política fiscal que traza las pautas sobre el manejo de los impuestos
y demás ingresos del Estado y de las asignaciones del gasto público. La otra es
la política social que muestra los criterios que utilizará el gobierno para
tomar decisiones en los sectores sociales prioritarios como salud, educación,
vivienda, recreación y demás medios institucionales mediante los cuales se
atienden las necesidades humanas.
Hipotéticamente,
ya se conocen ampliamente lo que fueron las políticas fiscal y social de los gobiernos Uribe y
Santos, como para que los electores tengan elementos de juicio por quien votar.
Lo malo es que el nivel de la cultura política colombiana no da para tanto, por
lo que no podemos celebrar que el pasado y la memoria sean suficientes como
para dilucidar la importancia y conveniencia de los temas de campaña.
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