miércoles, 8 de enero de 2014

SE ALARGAN LOS TENTÁCULOS DE LOS PULPOS

Hace un poco más de un mes, en una reunión que la gran prensa bogotana no desplegó ampliamente, la OMC dio otro paso más para profundizar la desigual relación entre la escasa docena de países industrializados y el más de un centenar de economías que ellos llaman emergentes, pero que son los que están condenados a naufragar en la pobreza, por culpa de la globalización comercial que complementa la globalización financiera y que se difunde mediante y con  la vigilancia de la Organización Mundial de Comercio.

En Bali, Indonesia, se reunieron 159 países y manipulados por el director brasileño del organismo, lograron acuerdos que benefician a los países ricos que cuentan con un aparato productivo fuerte y por supuesto en contra de los países que tienen capacidad industrial débil por la carencia de tecnología propia. Estos países cuyo principal recursos para luchar en el mercado mundial globalizado es el sector agropecuario, no pudieron ni siquiera tocar el tema de los subsidios a la agricultura que Europa y Norteamérica conceden, porque sus fiscos disponen de suficientes recursos provenientes de sus fuertes sectores industriales, y que dificultan la competitividad de los antiguos tercermundistas en esos mercados. En cambio, aprobaron lo que a ellos, los desarrollados, les conviene: agilidad en la aduana, tecnificación en los trámites aduaneros y demás aspectos que les facilite la entrada de sus productos a las economías consumidoras del sur.

La globalización en el sector real de la economía ha significado que en el mundo están quedando no más de una decena de empresas productoras en cada rama de la actividad industrial, las cuales se han ido fortaleciendo mediante alianzas estratégicas, adquisición de las pequeñas por las grandes, absorción de unas a otras, procesos de fusión o incorporación, etc., la mayoría con sede principal en los países poderosos, las cuales necesitan reducir al máximo las dificultades de frontera para entrar a cualquier país como Pedro por su casa, por lo cual su problema más grave es el de los trámites; mientras que los países esencialmente agrícolas se ven frente a problemas de competitividad y no de trámites.

Para darle contentillo a los pobres, la banca multilateral, aliada de los poderosos, ofrecerá fondos para que estos paguen la instalación de la tecnología en sus aduanas que favorezca a los ricos, es decir, tras de gordo hinchado: además de que se van abrir más los mercados chicos para bien de los grandes, les van poner a pagar créditos para comprar la tecnología que perjudica a sus propias economías, en un caso más de esos que vienen ocurriendo desde hace veinte años, desde que se creó la OMC, en el que se alargan los tentáculos de los pulpos. 

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