miércoles, 20 de noviembre de 2013

EL PUNTO TRES DE LA AGENDA

A propósito del tercer tema de la negociación en Cuba, recordamos un artículo publicado en el diario El Liberal el 5 de junio de 2005 haciendo referencia a lo que se le puede denominar “la economía del instinto”. Señalaba el artículo, que mientras existan ricos periqueros en Europa y Norteamérica y mientras existan condiciones de extrema pobreza en las alejadas zonas rurales del país, no habrá posibilidad real de acabar con los cultivos de marihuana, coca y amapola.

Los campesinos cultivan estas especies vegetales, no porque sean delincuentes, sino porque el instinto de conservación, que se rige por la ley natural, impulsa a realizar procesos económicos orientados a la supervivencia de la especie recurriendo a las más elementales formas de producción y cambio. Lo único que busca el instinto animal es la consecución de los medios de vida, sin tener en cuenta que la ley jurídica lo prohíbe. Como no hay otro cultivo que tenga solución de comercialización y el autoconsumo no es suficiente, el instinto los lleva a producir lo único que sí pueden vender.

Con la presencia de las Farc o sin esta, si el Estado no resuelve el problema de articulación con los mercados mediante el establecimiento de canales de comercialización, la resolución de la infraestructura comercial y la prestación de los servicios básicos y complementarios al comercio, aunque la guerrilla desaparezca, existirán otros actores que compren la producción y los cultivos de uso ilícito seguirán ahí, pues las comunidades campesinas no se pueden dejar morir sólo porque la ley los prohíbe.

Los programas de sustitución de cultivos y la cantidad de dinero que se ha gastado en este empeño, gran parte de ello con fuente extranjera, es una experiencia que se debe asimilar. El esfuerzo se pierde no por la falta de voluntad del campesino para sembrar otro producto, no porque la tierra no responda a la producción del sustituto, sino porque la producción no tiene quien la compre. Y además, porque en esas zonas marginadas tampoco hay agua potable, ni energía eléctrica, ni escuelas, ni campos deportivos, ni centros de atención de la enfermedad, ni abastecimiento de granos, procesados y manufacturados que les permita a los habitantes adquirir completa la canasta familiar.

La negociación no ha comenzado; no sabemos, como en los otros temas, qué se va a hablar. Pero sí podemos estar seguros de que si no se tocan los asuntos por el derecho y no se reconoce que la pobreza y el abandono es la causa objetiva de la situación, muy poco alcance tendrá la negociación con la guerrilla sobre el punto tres de la agenda. 

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