miércoles, 10 de julio de 2019

LA IMPERTINENCIA DEL GLIFOSATO

El tema de los cultivos de uso ilícito es un asunto de nunca acabar y el eje del análisis no es la situación socioeconómica de los cultivadores, donde se ubica el problema, sino el mecanismo con el cual se debe combatir el fenómeno, donde el que el gobierno se empeña en aplicar las directrices que vienen desde USA, sin considerar la pertinencia de ellas frente a la realidad objetiva de la causa.

En general, y obedeciendo las órdenes de Washington, el gobierno nacional siempre ha recurrido a medidas de política para solucionar el problema, lo cual no es procedente porque la causa es un fenómeno de mercado, por lo cual se debe aplicar medidas de mercado en lugar de medidas de política. Sobre el criterio equivocado de que la oferta crea la demanda, se procede a buscar la forma de erradicar el cultivo, para lo cual aplica una política que se pasea por las alternativas de: pagar al productor para que sustituya voluntariamente, erradicar manualmente por medio de operarios contratados o agentes de las fuerzas del gobierno, o fumigar con herbicida utilizando aviones, esta última llevando el debate al escenario ambiental. Y ahí se queda, en una discusión con carácter ambiental, sin considerar que tampoco se trata de esto, cuando la situación es puramente de mercado.

Los campesinos no siembran estos productos porque sean delincuentes y pretendan violar la ley; lo hacen por la mera actitud de subsistencia, ante la imposibilidad de encontrar otro mecanismo de generación de ingreso derivado de las leyes del mercado. Para que haya ingreso se requiere que el productor esté conectado con el mercado, a través de lo que se conoce como los canales de comercialización o agentes del mercado. Si los campesinos siembran coca, amapola o marihuana, es porque estos productos cuentan con canales de comercialización que les aseguran la venta del producto.

Si se quiere propiciar que los campesino siembren otros cultivos diferentes, es necesario crear canales de comercialización para los productos diferentes; caso contrario, no sirve ninguna de las alternativas de política de erradicación del cultivo, incluida la fumigación, que no solo es inútil, sino deletérea, tanto para los ecosistemas como para la vida humana.

Un mecanismo de mercado requiere, entre otras acciones, identificar productos competitivos en el mercado global, es decir que los consuman masivamente, igual que el perico, los ricos de Europa y Estados Unidos, para que los precios sean competitivos al productor; que el Estado intervenga para crear una estructura de comercialización adecuada, o sea con construcciones de infraestructura y con procesos de superestructura que conlleven la sincronización de canales y el direccionamiento de procesos. Pero el enfoque neoliberal basado en el Estado mínimo y con ello que el organismo le saque las nalgas a su responsabilidad dejando tirados los procesos de economía popular, como el caso de las economías rurales de minifundio, impiden que se aplique la solución adecuada al problema.

Es más el peso que tienen las políticas macroeconómicas, en este caso de disminución del gasto público, que la falta de propuestas adecuadas para la sustitución de cultivos de uso ilícito, porque aprovechando la biodiversidad, productos alternativos que sean promisorios en el mercado global, sí los hay; pero sin presencia permanente del Estado en la solución de comercialización, no es posible combatir el fenómeno y por ello seguirá reinando la impertinencia del glifosato.  

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