miércoles, 12 de junio de 2019

TAREA PARA LAS CORPORACIONES ADMINISTRATIVAS

Ahora que se vive el proceso electoral y que los candidatos se alistan para los comicios del 27 de octubre, bien vale recordar el papel que los elegidos en las corporaciones administrativas tienen que considerar en el marco de las funciones y competencias de estos órganos de elección popular. En ambos casos, asambleas y concejos, solo dos procesos misionales hacen parte del mapa respectivo o modelo de operación: por un lado, la aprobación de ordenanzas o acuerdos, según el caso, y por el otro ejercer el control político a los gobernantes de turno.

La función del control político es un rol tan antiguo como la palabra democracia. Tuvo su génesis allá mismo en Grecia y por esos mismos tiempos, es decir, cinco siglos antes de Cristo y desde entonces, el fundamento y el enfoque ha sido el mismo, aun atravesando eventos históricos tan trascendentales como la edad media con sus instituciones religiosas y más adelante en la construcción del Estado Moderno, con Revolución Francesa y todo, así como los aportes de los alemanes en la concepción del Estado, donde se destacan las contribuciones al Estado Social y al Estado de Derecho. El Control Político sigue vivito y coleando sobre las mismas bases de hace 2.500 años.

Pero los tiempos cambiaron para el siglo veinte y según las condiciones del Modelo Gerencial propio del Estado Postmoderno, es hora de revisar los fundamentos del Control Político y ajustar su concepto a las características y operación del organismo, bajo los patrones que actualmente rigen la relación Estado-Sociedad, ahora cuando lo público navega en el mercado como cualquier mercancía y el patrón político se debe ceñir a los parámetros de la Democracias Representativa.

Hacia adelante, el Control Político no debe seguir enfocándose como un cruce de miradas entre los organismos de poder para evitar el desborde de alguno de ellos en el cumplimiento de sus funciones, sino como un proceso obligado en la gestión pública, derivado del sentido gerencial del tipo de Estado actual, donde, ahora, el MIPG marca pautas para el ejercicio del control. Más aún, cuando esta figura por lo general se utiliza caprichosamente, más para fastidiar a funcionarios del gobierno, que para fortalecer la gestión pública con la satisfacción de las necesidades de la comunidad.

El Modelo Gerencial contempla los tres procesos, planificar, ejecutar y controlar, y en este último se ubican los controles, social, fiscal, disciplinario e interno o de gestión, a los cuales hay que sumarles el control político a cargo de la corporación administrativa, el cual debe alejarse del sentido clásico originario en los griegos y adaptarse al sentido de la administración científica originario a comienzos del Siglo XX, debidamente adaptado a los patrones que hoy imponen los modelos de gerencia pública. Ya el enfoque tradicional se volvió anacrónico y por ello surge la nueva tarea para las corporaciones administrativas.

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