La universalidad de los bienes públicos es un
antiguo concepto que nació en el seno del Estado Moderno y se consolidó en
época en que los alemanes crearon el Estado Social por allá en 1890 y desde
entonces, hasta que se vino la transformación del organismo para instaurar el
Estado Postmoderno con soporte neoliberal, fue epicentro de las políticas
sociales y con ello de la política de salud. En Colombia existió hasta 1993 y
por eso los menores de 40 años no conocen eso de que los servicios de salud son
gratuitos y sin afiliaciones ni autorizaciones.
Hoy, por motivo de la campaña electoral y sobre la
base de que uno de los más graves problemas que adolece la sociedad colombiana
es el servicio de salud, nuevamente se ha puesto en discusión el asunto y hasta
hay un candidato que propone regresar a la universalidad de los servicios de
salud como mecanismo para solucionar el grave problema social. Por supuesto,
los menores de 40 años que no conocieron cuando en Colombia la salud se
prestaba de esa manera, se preguntan y de dónde saldrá la plata para la
financiación, porque obviamente este es un tema fundamental.
Igual que en muchos países del mundo donde existe,
o como era en Colombia antes de 1993, para el financiamiento no se aplican
mecanismo de mercado sino instrumentos fiscales. El pago mensual por
aseguramiento, las cuotas moderadoras, los copagos, se sustituyen por sistemas
fiscales de recaudo de modo que los recursos tienen un manejo diferente al actual
donde el dinero llega a las EPS y ahí se embolata. No existe el POS y el único
que autoriza los procedimientos de atención es el médico.
En Colombia se sustituyó el sistema universal de
servicio de salud y se implantó el sistema de aseguramiento, con el propósito
neoliberal de bajar el gasto público; pero el tiro se ha salido por la culata,
porque la corrupción es tan desproporcionada, que los recurso a través de estos
mecanismos de mercado donde los particulares tienen gran participación, ha
desviado cuantiosas sumas para llenar bolsillos de bandidos que propician las
crisis de las empresas, tanto aseguradoras como prestadoras, y al final, el
Presupuesto Público tiene que desembolsar los recursos para sacar de la olla a
las empresas quebradas.
Por
supuesto, volver al esquema que teníamos antes cuando existía el Estado del
Bienestar, no es fácil; porque, como ya se ha visto, quienes se están
beneficiando del sistema actual impuesto por la Ley 100 de 1993, lo defienden a
capa y espada y aprovechando la corrupción del Congreso evitan que se realicen
modificaciones a la ley para continuar explotando el lucrativo negocio,
atacando además con distintos argumentos, la posibilidad de que en Colombia
nuevamente se regrese, como era antes de 1990, a la universalidad de los bienes
públicos.
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