miércoles, 8 de marzo de 2017

LA FUNCIÓN DE LA PLAZA DE MERCADO

Con el debate surgido a raíz del proyecto urbanístico de la Plaza de Mercado del Barrio Bolívar, nuevamente se coloca sobre la mesa el tema del enfoque con que la administración pública aborda los asuntos de las plazas de mercado, las cuales tienen connotación dual y por ello el manejo administrativo se hace complejo y, la mayoría de veces, alejado del interés general y el bien común.

Las plazas de mercado tienen dos frentes muy importantes. Por un lado, son elementos físicos que hacen parte de la estructura urbana y por la otra, son infraestructuras de la estructura de distribución urbana del producto alimentario. Por supuesto, lo más visible es lo físico-urbanístico y esta visibilidad oculta su esencia como canal detallista de la comercialización de alimentos.

En el caso de la plaza de mercado del Barrio Bolívar, además, al componente urbano, se le suma el caso de que ahí se concentra un alto porcentaje de la función mayorista de perecederos vegetales, lo cual hace más confuso el proceso comercial y genera mayores impactos al sector urbano. Más aun, cuando las condiciones arquitectónicas no son las más adecuadas para la función detallista y mucho menos para la función mayorista. Todo ha sido un fenómeno espontáneo que ha evolucionado desde tiempos inmemoriales y que hoy ha llegado a situaciones verdaderamente preocupantes para la gestión pública.

Por lo general, el tratamiento que la administración pública le ha brindado a las plazas de mercado en casi todos los municipios colombianos, ha sido relacionado con el papel físico-urbano, sin acreditarle la magnitud e importancia a su rol dentro de la estructura de distribución urbana de alimentos, donde deben actuar como un canal detallista y por lo tanto sujeto a las condiciones de mercado. Esto implica que se deben analizar articuladas en el contexto de la distribución urbana en su conjunto y según los requerimientos del mercado en cuanto a segmentación y localización territorial de los consumidores. Igualmente, el diseño operativo no puede ser simplemente como la administración de un bien raíz, sino mediante un mecanismo que permita la racionalización de los procesos comerciales en cuando a precios, calidades, perdidas y por supuesto, los efectos ambientales que este tipo de productos generan.


Las “galerías” son el único canal detallista que aún conserva el carácter público, ahora que se han surgido nuevos canales, todos privados, y como tal, debe ser el líder en los centros urbanos marcando pautas para hacer eficiente y eficaz la distribución urbana de alimentos, que beneficia a los consumidores y crea oportunidades a los productores campesinos, por lo cual es necesario revitalizar y reorientar la función de la plaza de mercado.

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